Capítulo 22 - Después del amor

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Luego del enloquecedor y desesperado momento de placer, Armando dejó a Betty desnuda, cubierta con su chaqueta en el asiento trasero, se levantó, se vistió y se dirigió al asiento del conductor.
Betty acostada boca abajo miró a ese hombre que, ahora manejaba tranquila y tarareando "Locura Mia", quería salir corriendo, pero estaba desnuda, pero si estaba vestida no sabía si lo haría, porque su cuerpo todavía estaba temblando por los momentos de placer. Nunca lo habían hecho así con tantas ganas como si sus vidas estuvieran en ello. Fue porque no lo habían hecho durante meses. Estaban locos. Se ve que, a pesar de todo, la quería como un loco. Puede que no la amara, pero la deseaba. Nadie podría fingir de esta manera. Cansada y relajada, se desmayó por el balanceo del coche. Armando la miró y sintió que una ternura invadía su corazón. Ninguna mujer le había traído jamás ternura, deseo y pasión.



-Mi picarona. Se que me quieres. Y te amo también. No puedo vivir sin tí. No nos vamos a separar más, incluso si tengo que hacer algo loco.

¡Armando Mendoza! –Agacha la cabeza en el volante- ¡tendrá que admitir que está enamorado por primera vez en su vida y es de Beatriz Pinzón Solano! No sé cómo, Dios mío, ¡pero sucedió! -la mira durmiendo con un ángel, en el espejo retrovisor -La amo!

Armando sabe el riesgo que corrieron al hacer esto en el coche y sabe que estaba tan loco que desde que la vio sus intenciones eran tomarla allí mismo. Esto era algo que yo no haría con ningúna otra. primero porque era indecente y corría el riesgo de ser arrestado por la policia, pero principalmente porque no había hecho tomado ninguna mujer en ese auto. Tenia celos del coche. Pero Beatriz era especial. La única mujer que se atrevería a rechazarlo, abofetearlo, repudiarlo y amarlo con la misma intensidad. Sintió ternura al verla dormir en el asiento trasero, pero al mismo tiempo sintió un deseo incontrolable crecer y quemarlo em su entrepierna. Miró hacia un lado y vio un lugar donde solían tener sus encuentros de una noche. Beatriz no era eso. Merecía que él la llevase a su apartamento, pero no podía arriesgarse a conducir a Betty desnuda por la ciudad en la parte trasera de su coche, así que entró en ese motel de lujo de todos modos. Era el mismo en la que vio entrar a Betty con Nicolás outro dia. Todavía no entendía, sabía que algo había sucedido para querer provocarlo así, pero este no era el momento para hablar de eso.

-¡Buenas noches, Don Armando! ¿De vuelta?

-¡Buenas noches, Olav! Sí. Estoy con mi mujer, quiero la mejor habitación, ¿si?

-¡Como quieras, Don Armando!

-Envíe una escena genial con vino y jugo de moras.

-No tenemos.

-Podría ser naranja entonces...

Cuando llegó al estacionamiento, Armando la tomó en sus brazos, la envolvió en su vestido y chaqueta y la cargó en sus brazos para tomaren el ascensor. Con el columpio, Betty balbuceó, sin abrir completamente los ojos:

-Don Armando lo odio, pero lo amo. Te quiero... - dijo con los ojos cerrados.

-¡Sí, Betty!

Cuando llegó al dormitorio, él con ella en sus brazos luchó por abrir la puerta y encender la luz. Tan pronto como logró cerrar la puerta, Betty se aferró a su cuello y comenzó a besar su boca y él con gran esfuerzo la cargó con sus piernas alrededor de él. Loco de ganas, la pone en la cama, quiere levantarse para quitarle la ropa, pero Beatriz no le suelta el cuello. Se besan apasionadamente mientras ella lo ayuda a arrancarle la ropa.

Armando besó cada parte de su cuerpo, lamió, mientras la penetraba lentamente para disfrutar de cada momento, como le gustaba, pero Betty quería más rápido. Asi como a Armando le gustaba sentir cada toque, hacerlo con ternura, pero sabía que le daba tiempo para pensar y no quería pensar, quería que él la tomara y le mostrara que tenía al menos un deseo incontrolable por ella. Necesitaba que la tomara desesperado y agresivamente, como si dependiera de ella para ganarse la vida. Luego, con sus movimientos, logró que Armando perdiera el control y lo que se escuchaba eran sus llantos, gemidos y besos.

El lado "B" de BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora