Capítulo 10: ¡YO SOY ASÍ, Don Armando!

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-Me estás poniendo enfermo Don Hermes no se presentará por aquí, ¿verdad? Dijó Armando desesperado y receoso, mientra esperaba Betty del baño.

-¡No! Oj oj oj ¡ ¡Quédate tranquilito!

Dentro del baño, Betty abrió la ducha, se mojó el pelo, lo arregló, mantiendolo a un lado  y se cepilló el capul hacia atrás. Se secó, se puso la lencería. Pero cuando se vio en el espejo del baño de Mario, se sintió fea con ella. Luego se quitó el sostén y se volvió a poner la bata.

-Sé que mis padres me dijeron que nunca me revelara como soy hasta mi matrimonio. Pero ya no soy uma niña! Soy uma mujer, me entregué a don Armando y descubrí que detrás de ese hombre neurótico, grueso e indiferente, hay un hombre dulce, tierno y apasionado. ¡No puedo seguir mintiéndole a él, no a él!

Como Betty, Armando estaba divagando sobre Betty, apoyado en la cama con toda la vista en las sombras de esta habitación.

-La mujer mais dulce y tierna que he tenido. Nunca he estado con una mujer que realmente me ame. Y qué suave piel que te invita a tocar. Quería deslizarme en ella toda la noches. Quería verla y sentirla en la luz. No parece tan fea al tacto. Y a quién le importa si lo es¿ Beatriz es muy sensual!


Betty entró en la habitación y lo encontró deitado na cama con la bata semiabierta, revelado seu corpo de deus grego y con las boxers (que não escondiam em nada su sexualidad)

-Hola! –dijo Betty, aciercandose a la habitación, bién picarona.

-¡Hola, Betty! Demoró. Tengo que llevarte con tus padres. - poniéndose de pie cerrando su bata.

-Les dije que tomaría un tiempo.

-¿Y no están preocupados?

- Dijo que estaba contigo y que me llevaría a casa.

-Sí, entonces vámonos.

- ¿Tienes tanta prisa?

-¡No, es que no quiero problemas con don Hermes!

"Un poco tarde para eso" -pensó Betty.

- Siéntate, tengo algo que mostrarte!  


  Armando no se sentó cuando ella le pidió, sino que se quedó callado esperando a ver qué le mostraría. Entonces Betty respiró hondo y encendió la luz.

Por un momento no entendió lo que ella quería mostrarle. Ella estaba frente a él con su bata, luego vio que su cabello estaba medio recogido, lavado y sin el capul, con un lápiz labial ligero en los labios. Yo tampoco tenía los anteojos. Al poco tiempo, desató la bata y la dejó caer al suelo, dejando al descubierto todo su bello cuerpo, solo con las bragas puestas.

-¡Be-e-tty! –Armando tragó saliva y puso los oyos como platos para creer lo que veía. Miraba a Betty de una manera diferente desde que hicieron el amor la primera vez y ya no la via tan fea. Pero, ahora esa chica frente a él era muy hermosa.

Se acercó sin creer lo que veía. Aunque que baja, todo era muy proporcionada. Sus pechos eran redondeados, su lencería, aunque pasada de moda, no era holgada y cubría perfectamente sus partes íntimas, su abdomen era plano pero tenía cintura, sus muslos estaban bien formados y un poco más gruesos, sus piernas eran perfectas, brillaban, su trasero era redondo y alto. Poderia ser una modelo de tallaje. Su cuerpo era perfecto.

-¡¡¡Bee-tty !!! ¿És usted?

-¡Sí, Don Armando!

-¡Tú-tú-eres muy hermosa!

-¿Le gusta. Don Armando? - le sonrió, se inclinó para tocarla

-Sii ... -La atrajo hacia él. -Y la besó apasionadamente. -Betty, sonriendo, se encontró levantada en sus brazos mientras la besaba desesperadamente.

Cuando se apartaron para respirar, estaban sentados en la cama besándose.

- ¿No tienes prisa por llevarme?

-Creo que podemos irnos un poco más tarde.

-¿No le tienes miedo a mi papá?

-¡Tengo! Pero vale la pena. ¡Incluso moriré si tengo que hacerlo!

-Sólo si yo lo matar de amor, doctor!

-Entonces, hazlo!

Continuó besándola, luego ella le quitó la bata y quedandose solo em boxers para empenzar su ritual de pasión. Su excitación era evidente, tenía que tenerla una vez más.

-¿Podemos apagar la luz, doctor?

-¡Ya no, Betty! Por favor, quiero verla y sentirla.

Armando la acostó debajo de él y comenzó a besarla salvajemente.

   Lentamente, bajó con sus besos y le acarició el cuello, el hombro, hasta llegar a sus pechos, que fueron lamidos, mordisqueados, presionados con gemidos de Betty que se estaba mojando nuevamente de deseo. Armando escuchó , sintió y esto todo lo alucinó aún más. Sosteniendo esos pechos tan naturales y solos, continuó acariciando sus pezones con las yemas de los dedos mientras bajaba la boca hacia su estómago plano. A Beatriz le costaba respirar, al igual que a él.

Suspirando, abrió las piernas para acomodarlo y él pudo sentir lo empapada que estaba por él. Ella acarició su cabello, la parte de atrás de su cuello hasta donde estaban sus bóxers. Como a él le gustaban estas caricias de su Betty, eran relajantes y excitantes al mismo tiempo. Así que siguió su camino, besando y lamiendo sus muslos, sus rodillas, sus tobillos de un lado y subiendo por el otro, a veces frotando su mechón contra el sexo de Betty que enloquecía con gemidos de placer, haciéndolo enloquecer más. Sus bóxers ya le molestaban por el volumen.

-Don Armando, ah ... -gimió Betty y tiró. Luego besó su sexo por encima de sus bragas, se acostó sobre ella para besarla apasionadamente mientras, con las manos, le quitaba las bragas. Betty suspiró mientras él acariciaba su excitada y todavía vestida polla sobre su flor desnuda.

En un acto de valentía y deseo, ella le pasó las manos por la espalda hasta las nalgas, y bajo sus bóxers, volviéndolo loco. Él se arrodilló, la besó y la arqueó para que le fuera más fácil quitar la única pieza que los separaba. Los dos sintieron una corriente eléctrica atravesar sus cuerpos, haciéndolos unirse en uno. Y se amaron con entrega, amor y ternura. Los avances de Armando eran lentos pero sabrosos, quería que durara mucho, que se disfrutara bien. Para marcarlos para siempre. En su larga experiencia sexual, una mujer nunca le había hecho sentir lo que hacia Betty.

"Si pudiera, me quedaría con ella toda la noche hasta mañana, tan dulce, tierna, apasionada, sensual, apretada y quien diría, mi Betty es hermosa. Qué cuerpo ", pensó, abrió los ojos para ver el cuerpo debajo de él, rodeándolo, mientras lo sostenía y acariciaba, sonreía.

-¡Betty!

-¿Sí, Don Armando?

-¡Dime que es mía!

-¡Sí, soy tuya!

-¿Y nadie más?

-¡Tuya, solo tuya! ¡Te amo, Don Armando!

-¡Yo también te amo, Betty!

Luego de que llegaron al cielo, don Armando la besó, la acomodó sobre su pecho, donde continuó besando su cabello, ella se envolvió en la sábana y él continuó acariciando y saboreando cada parte de su cuerpo con los dedos. Se acurrucó en su pecho y sintió sus fuertes brazos, apretándola.

-Betty, pero ¿por que? Tienes un cuerpo precioso, formas perfectas, ¿cómo te escondes en esa ropa tan holgada y desfavorable?

-Es una larga historia, Don Armando.

-¡Soy todo oídos!

-Oh, ¿estás seguro?

-Sí.

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El lado "B" de BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora