Capítulo 35 -La entrega

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Armando estaba convencido de que esta cena sería una tortura. Tendría que controlarse y resistir valientemente para demostrarle a Betty que podía cumplir su promesa de tomar las cosas con calma. Pero cuando llegas a la habitación y abres la puerta ... -¡Ponte cómoda, Betty! ¡Siéntate! Aquí no tienes el lujo de las habitaciones del frente.-Sabes que no me importan estas cosas. -Ella lo mira a los ojos-Er, ¿puedo pedir mariscos o lo que sea?-¿Sabe lo que quiero? Y se ve agarrado por la corbata por Beatriz.-¡No suelen llevar corbata aquí, doctor! -tira para besarlo hasta que se quedan aire.-¡Oh, Betty! ¡No puedes hacerme esto!-¿Hacer qué, doctor? -todavía sujetando su corbata para mantenerlo cerca de ella y rozando su boca con la suya.-Si me provocas, no puedo intentar cumplir mi promesa.-¡Sabes que no cumplirías! ¡No puedo cumplir!Él la abraza, la lleva hacia él y la besa como un loco.-Esa ropa suya es buena para Bogotá, ¡pero para Cartagena está caliente!-Tómala. ¡Estoy pasado de moda!-Debería saberlo, es dueño de una empresa de moda.-Enseñame. Eres la dueña de todo ahora. Se quita la chaqueta y comienza a abrirle la camisa.-Ah ... te ves hermosa con estas ropas, ¡pero sabes que es mucho mejor sin ellas! Todavía son demasiado anchas y no dejan revelar tu cuerpo, son demasiado calientes para Cartagena. dijo, rasgando la ropa de Betty.-¡Ay! -grita de placer ante su desesperación.

-¿No te sientes caliente con esta ropa, Betty? - Dijo Armando con voz ronca, muy profunda y susurrada.

-¡Me apetece otra cosa! -Ya en ropa interior.

-También. Aquí es muy caliente. -Ella termina rasgando tu camisa.

-Oh, Beatriz - la levanta, envolviendo sus piernas alrededor de él - ¡Ah!

La recostada contra la pared donde siguen desnudándose, deshaciéndose de la ropa que les molestan en todos los sentidos.

-¿Por qué llevar tanta ropa en Cartagena, doctor?

-¡Deshazte de ellos! ¡Las tuyas también son muy calientes!

-¡No son!

-¡Para mí, lo son!

   Enloquecidos de pasión, logran desvestirse rápidamente, ya que necesitan sentir la piel del otro al máximo. Él no dejó un momento para besarla desde el momento en que llegaron a su habitación hasta el momento en que él la acostó en la cama. Aunque, loco de deseo, la acostó como si fuera hecha de cristal. Besó su cuerpo, desde su hombro, sus pechos, donde se quedó. Sabía que Beatriz estaba loca de placer y quería rodearlo con las piernas para comenzaren a bailar, pero él quería saborearla con calma. Cada parte, para culminar todo lo demás. Beatriz suspiró, se retorció, le apretó la espalda.

-Oh, doctor. ¡Hazme tuya!

-¡Qué bueno estar contigo, Betty! ¡La quiero mía, todo entregada a mí! -suspirando

-Sí, doctor. -dijó, gimiendo.

Él continuó lamiendo cada pedacito de piel que ella le ofreció, su recompensa fueron los gemidos que salieron de la boca de esa mujer.

-¿Me quiere?

-Sí.

-¿Todos?

-Sí. Siempre.

-¿No me desprecias?

-Nunca.

-¡Oh, Betty! ¡Cómo te deseo!

-¿Me ama?

-Mucho. -dijó Armando, besándola apasionadamente.

Ella quería rodearlo con las piernas, pero él se dio cuenta del interés de ella y decidió bajar haciéndola poner sus piernas en sus hombros para prepararla para él.

El lado "B" de BettyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora