Epílogo

405 48 8
                                    

Y aquí estoy en... No sé dónde diablos; intentando resignarme a que perdí a la persona que más amaba, a que, al final, fallé en mi misión de protegerlo.

—¡Jack! —grité por milésima vez en el día y a todo pulmón.

Es estúpido que siga gritando su nombre cuando es imposible que lo encuentre algún día. Él está más que muerto, pero soy incapaz de entenderlo, mi dolido corazón humano sigue latiendo con la esperanza de volver a verlo.

Desde que logré salir del agua, casi muerta gracias a las afiladas rocas con las que me chocaba por la fuerza de la corriente, he estado caminando de un lado a otro sin siquiera saber dónde voy. Llevo díaz deambulando por los bosques, praderas y lo que me encuentre por ahí.

—¿Por qué nos tuvo que pasar esto, maldición? —susurré, mirando el cielo nocturno.

Seguí caminando y; sin querer, tropecé con las raices de un árbol y en seguida cayendo al suelo para rodar colina abajo, ensuciando lo que me quedaba del traje de Tael.

Solté un grito de rabia, tan fuerte como el dolor de mi perdida, mientras que golpeaba la hojarasca con mi puño cerrado. No tenía suficiente energía; pero era satisfactorio hacerme daño, ya que sentía que mi vida no tenía sentido, no sabía a dónde ir, estaba perdida, sola y desesperada por encontrar a alguien que está muerto. Estoy cerca de enloquecer.

—Si estuvieras aquí todo sería más fácil —murmuré, y le permití el paso a las lágrimas. Llevaba llorando por días y, la verdad, ni me importa volver a hacerlo.

No me quise levantar del suelo. Seguí llorando ahí tirada con ganas de morir. Sin embargo, de un momento a otro sentí un lametazo en mi mejilla. Voltee a ver el pequeño animal que me llevaba siguiendo desde hace un día, de inmediato lo abracé.

—Ay, ¿Por qué me pasa esto? No lo merezco —lloré, pero esta vez al lado del lobezno —¿Cierto? —le dije a pesar de que es un simple lobo silvestre.

El animal se apartó de mí cuerpo, para sentarse frente a mí. No entiendo ni el porqué de estar aquí. Me sigue y hasta, a veces, me consigue algo de comer. Supongo que debe ser por el vínculo que tenemos los licantropos con los lobos comunes; pero este pequeño, sinceramente, era mi única compañía, como una clase de mascota.

Me puse de pie y limpié mis ropas rasgadas para seguir adelante en busca de algo que no existe.

—Es que sí tienes razón. Puede estar en cualquier parte —dije en voz alta como si de verdad el animal me lo hubiese aconsejado —Mi corazón dice que él sobrevivió, todavía lo siente. Lo voy a encontrar.

En definitiva, estaba loca. Quizás el hecho de ser una desorientada humana me pone vulnerable ante la locura. Desde que caí a la cascada no me he podido volver a convertir en vampiro o lobo, supongo que es por el hecho de que agoté mis energías, llevándome al límite. Mavis me dió una paliza y es gracias a Eugene que, por lo menos, puedo caminar.

Recordando eso, le eché un vistazo a mi brazo que tenía una tela cubriendome, debajo una gran herida estropea mi piel, y odio no poder sanar y que duela tanto.

—Con razón odias a los humanos, Jack —bufé, cansada —Son frágiles.

Revice el resto de mi cuerpo, notando más heridas, pero no tan graves. Fueron provocadas por animales salvajes que me atacaron de camino a donde estoy. Hasta con un jodido oso tuve que enfrentarme y aún así vivo.

Avancé por el campo de una pradera cercana, aprovechando que allí no habían muchos árboles y la luz de la luna alumbraba mi camino. Quería llegar a la ciudad o pueblo más cercanos, pero no sé en dónde carajos estoy que he andado kilómetros y no encuentro ninguna clase de civilización.

Amor sobrenatural [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora