Capítulo 1

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—Hoy será un gran día para ti, Elsa. estoy segura que todo saldrá perfecto.

—Todos los días son iguales aquí dentro —respondí en voz baja.

Astrid peinaba mi cabello con destreza y me sonreía al otro lado del espejo, yo no podía responder a su gesto porque simplemente no sentía las ganas de mostrar felicidad.

Hoy será un día común y corriente; otra ocasión en la que me presentaré ante el público como una muñeca de porcelana, fina, delicada y silenciosa, justo lo que deseaban y como me criaron desde niña, desde que me abandonaron en este infierno terrenal.

Me debo exhibir como una joya valiosa y así los compradores se fijarán en mí —al menos eso dice Gothel, la encargada de esta casa —si tengo suerte alguien se cautivará por mi talento y me llevará consigo, como una mercancía. No puedo sentir nada al pensarlo, ni felicidad, ni tristeza, solo miedo a lo desconocido a que me lleven con personas despiadadas del mundo exterior.

A todo esto, me estoy cansando de tanta presentación al público; han pasado doce años desde que llegué aquí y nadie me ha comprado. Siempre se fijan en las bailarinas y las cantantes y no en una simple pianista como yo, no valoran mi talento. Gothel me ha instruido todo lo posible, pero no da frutos su esfuerzo.

—¿Sabes? Tengo el presentimiento de que esta noche alguien te aceptará. Eres linda, talentosa y...

—Obediente —terminé su frase con un tono frío de voz —Eso es lo que quieren todos los compradores.

Astrid borró su sonrisa y me miró con un gesto de preocupación. Ella es la única que me entiende, Ast no tiene ningún talento por lo que le ha tocado vivir aquí como una sirvienta y cuidar de todas nosotras. Nos conocemos desde niñas; mientras que yo ensayaba con mi piano, ella limpiaba pisos y ventanas, triste, pero real.

Para entrar en contexto; vivo en una mansión enorme, rodeada de mujeres rescatas de la calle y sin familias, sin embargo, a Gothel se le ha ocurrido sacarle provecho a las que teníamos talento. Al llegar, nos exponían a una prueba de talentos y si no servíamos para nada terminábamos como Astrid. Yo tuve la fortuna de tener dotes artísticos con el piano.

Cada viernes en la noche cinco de nosotras presentábamos una muestra de nuestro talento y si se era afortunada nos compraban, pero yo sigo aquí con veinte años y sin oportunidad de conocer el mundo.

Mi mejor amiga colocó las manos sobre mis hombros y me observó en el espejo.

—Esfuérzate mucho esta noche y verás que todo saldrá a la perfección —esbozó una sonrisa cargada de positivismo.

Yo me quedé viendo a la chica pálida y rubia de ojos azules al lado de Astrid, esa era yo, una mujer sin mucha gracia y poco sonriente, bueno, en eso me convirtieron.

Abrieron la puerta a nuestra espalda. Volteamos al mismo tiempo y observamos a una mujer pelinegra, esbelta, de ojos azules oscuro, envuelta en un elegante vestido negro, elegante, que se ceñía a su pequeña cintura. Aquella mujer era Gothel, nuestra institutriz, la peor persona del mundo, ambiciosa, grosera, mala y despiadada, con esa sonrisa socarrona pintada en sus labios todos los días.

Avanzó con lentitud hasta el centro de la habitación.

—Señoritas, esta noche espero mucho de ustedes, quiero verlas brillar en el escenario y así obtendrán amo —anunció para todas.

Junto a mí habían cuatro chicas más con distintos talentos; Ariel, cantante, Moana, bailarina, Bella, actriz de teatro y Aurora, pintora. Aquí todas nos entendíamos muy bien, a pesar de que en ocasiones éramos aprendidas por hablar más de la cuenta.

Amor sobrenatural [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora