5. LAS PESADILLAS

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Habían pasado ya varias semanas desde aquella noche, recuerdo lo difícil que fue dormir y al parecer mi intranquilidad tampoco permitió a Rose descansar como es debido; sin embargo no todo era malo. Después de ese episodio no hubo otro, al menos no tan grave.

Toda mi vida he tenido que lidiar con ello, etapas de crisis cuando las "visiones" se hacen más presentes y otras en las que son solo un susurro en sueños, como si cada parte de mí estuviera fragmentada. Nunca tuvieron algún patrón, así que es imposible saber cuándo llegará la siguiente.

Recuerdo cuando tuve la conciencia suficiente para darme cuenta de lo que me sucedía, para ese entonces se reducía a sueños, aterradores, sangrientos y melancólicos. Solía despertarme con un amargo sabor de boca, el cuerpo me dolía de adentro hacia afuera, era como si alguien triturara mis huesos; y entonces gritaba, más no parecía el grito de una niña de seis años sino uno de dolor, desesperación y angustia. Cuando le conté a mi mamá, sus palabras fueron suaves y translúcidas:

—Cariño, no importa cuando te molesten esas pesadillas solo llámame y estaré ahí.—su sonrisa fue cálida, abrió sus brazos invitándome a resguardarme en ella y así lo hice—Mi pequeña ¿Quieres que me quede contigo?—asentí sintiendo mi acelerado y diminuto corazón.

Aquella fue la solución por los siguientes tres años, después comencé a reprimirlo, me aferraba a los días sin bordes caóticos, acumulando esa energía para cuando la necesitara, para las noches en las que acallaba los sollozos aplastando mi cara contra la almohada; en mi vida no existían demasiadas preocupaciones, pero esa carga obstruía las posibilidades de vivir ligeramente.

Todo estaba relativamente bien—dentro de la vida que tenía establecida—sin embargo se fue en picada luego del "incidente" con Grace. Habían determinado que la condición de ella era extremadamente grave, Grace tenía problemas con su corazón, a pesar de verse totalmente saludable era la más frágil de todas.

En aquella pequeña oficina con el director, no podía decir palabra, concluyeron que se debía al shock, pero era más que eso en mi mente se estaban entrelazando muchos hilos y todos terminaban conmigo lejos. Lo cierto es que aquellos años fueron una pesadilla.

Mi madre estaba preocupada por mi salud mental, sentía que cada vez me alejaba más y más del suelo que pisaba, y no estaba equivocada. De aquellos días no recuerdo mucho y eso es culpa del trance que me auto-induje, no sentía especial emoción por salir, mucho menos por ver personas; pero lo más duro era darme cuenta que podía estar veinte o treinta minutos sentada mirando a mi madre hablar y sin siquiera tener la mente ocupada, no poder escucharla.

A tan solo tres días de aquel hecho las cosas en casa se encontraban algo delicadas y se debía de cierto modo a mis constantes visitas al psicólogo, de muchas maneras logró ayudarme—es la razón por la que no me cerré a hacer amigos—, pero nunca le conté a detalle el tema de las visiones, las describí como fantasías que tuve de niña producto de algunas películas de terror.

—¿Estás bien?—me preguntó Bay dos semanas después de lo de Grace, nos encontrábamos en el laboratorio de informática.

Le había visto un par de veces en la escuela, ni siquiera estábamos en la misma clase pero coincidíamos en algunos horarios, Bay es poco tímido y hasta cierto grado me cae bien sin embargo nada nos unía entonces.

Asentí con incomodidad mientras escribía el pequeño artículo que el profesor nos pidió hace unos minutos.

—¿Segura? Digo por lo que pasó...—no tenía mala intención pero su pequeña insinuación me hizo tensar los dedos y mirarlo con ojos llenos de miedo, sentía como si me descubriera sucedía con todo el que me cuestionaba.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora