—¿Qué sucedió con Hebrick?—Bay se había interesado mucho en la historia.
—Es un cabrón que sigue manejando la Metrópolis...más o menos.—concluye Aciel levantándose de uno de los taburetes donde se había acomodado antes.
No estaba sorprendida por el curso que tomó aquella historia pero debido a que las imágenes fueron reales para mí no pude evitar hacer muecas al escucharla. Para este momento Bay se había sentado frente a la isla y comía un racimo de uvas, yo me había acercado a mirar lo que hacía el wendigo.
—¿Todo listo?—pregunto sonriendo mientras detallo los movimientos de Matt quien giró a mirarme y me robó el aliento al devolverme el gesto.
—Sí, mira que bien quedaron.—se mueve a un lado para dejar a la vista múltiples cuencos llenos de algo púrpura que parece yogurt pero más denso, y que está adornado por rodajas de kiwi y banana.
—¿Y eso es comestible?—alzo una ceja mirándolo divertida.
—Ja ja, vas a ver como quedarás con ganas de otro.—dice tomando tres cuencos a la vez y pasándome por un lado—Ayúdame a repartirlos.
Le dedico un saludo militar e imito lo que hizo antes. Camino hasta donde está Aciel quien se niega a tomar uno, así que el primero lo toma Coltom, luego le doy uno a Rose y por último a Hara. Matt se encargó de entregarle uno a Bay y a Judie, creo que el último es para mí porque lo veo acercarse.
—Dee, necesito hablar un momento contigo.—anuncia Aciel haciéndome girar.
Ya se acabó la diversión y la gentileza ¿Cierto?
—Bien.—es lo único que digo sin realmente molestarme en ocultar mi decepción.
—Dee...—escucho a Bay quien de repente está muy pendiente de lo que sucede alrededor y los demás también parecen tensarse.
—Solo será un segundo ya vuelvo a comer, además si ella intentara matarme soy muy capaz de gritar—me giro intentando ser divertida—, de todas formas ya llegué hasta aquí ¿No?—guiño un ojo a Bay quien asiente de manera casi imperceptible.
Por supuesto nadie ríe, sus rostros vuelven al estado de perplejidad de antes y me frustra.
>>—No es como que las amenazas de muerte vayan a dejar de llegar, aprendan a reírse.—me quejo dándoles la espalda mientras me paro al lado de la mujer lobo.
—Nadie te va a matar aquí.—me asegura mientras me invita a seguirla.
¿Cuántas veces intenté convencerme de algo así? Demasiadas, he perdido la fe.
Al final de la sala hay dos grandes separaciones, especie de túneles que dejan entrar los rayos del sol, tomamos el derecho.
—¿Por qué volviste?—pregunta mi acompañante de pronto, no la giro a ver pero me encojo de hombros muy al pendiente de hacia dónde nos dirigimos.
—No volví, como Dayamonth es la primera vez que estoy en este lugar.—la observo por un fugaz segundo atrapando su mirada curiosa pero de muchas formas alegre.
—Cierto, Dee.
Nuevamente nos encontramos entre dos divisiones y esta vez nos vamos por el lado izquierdo que conduce a unas escaleras poco largas.
—Si me llevas a un sótano es menos probable que confíe en ti.—digo entre bromista y seria.
Aciel no respondió sino que sacudió la cabeza como si se tratara de un chiste, ella guia así que fui la ultima en ver aquel lugar una vez bajé el último escalón.
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Un Alma a Medias (El alma en el medio)
FantasíaMorir es el final de la vida ¿cierto? es la compasiva conclusión a un viaje sin rumbo ni dirección... desearía que así fuera en realidad. He visto como dentro de mí se han librado numerosas batallas, cada una de ellas por razones distintas, con pers...