23. SALTO AL VACÍO

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—Denme un segundo para hacer algunos ajustes.—Hara se mueve frenéticamente de un lugar al otro tocando el metal de la nave, a veces lleva consigo algunos cables entrecruzándolos y en otras una cinta de color negro.

—¿Puede o no puede volar?—pregunta Judie algo exasperada y no la puedo culpar, se suponía que debíamos marcharnos ayer a las diez de la noche y así evitar "tráfico" pero ya eran las dos de la madrugada.

—¡Por supuesto que puede!—el cabello entre negro y verde alga de Hara se encrespa ante el comentario, y nos observa con determinación acomodándose el moño enlazado al cuello—Ya está todo listo, pueden comenzar a subir el equipaje.—su sonrisa es de satisfacción aunque noto las miradas nerviosas que da a la parte trasera de nuestro transporte.

Desde que lo conocí se me hizo alguien extremadamente cómico pero su personalidad no me permitió acercarme mucho, siempre viste una bata blanca y debajo un chaleco sin mangas adornado por un moño al cuello, una camisa manga larga blanca y pantalones marrones algo ajustados.

—Finalmente.—susurra Bay bostezando mientras pasa por mi lado antes de continuar y subir las escaleras.

Estamos en la parte más baja del árbol, de hecho esta clase de taller es subterráneo y es donde Hara guarda varias invenciones suyas, algunas disparatadas y otras que parecen resultar bastante útiles como la que está frente a mí, la única e inigualable "Morning Star", nuestro científico dijo que ese era su nombre porque hasta ahora era el mejor de sus prototipos.

—¿No te asusta un poco?—pregunta Rose.

Ambas estamos alejadas del resto, Rose sentada en posición de indio y yo recostada sobre su regazo.

—No en realidad, me emociona un poco.—le digo sin mirarla.

—¡Con cuidado! ¿Eres siempre tan brusco?—Hara se había quejado mirando a Coltom quien abrió el compartimento externo para meter su bolso, al parecer no lo hizo ni con la más mínima de las delicadezas.

—Vamos Hara, estoy cansado solo fue un error.

—Vas a dañarla.—refunfuña—¿Sabes qué?—el hombre de cabello bicolor tomó el bolso con brusquedad—Yo guardo las cosas, ustedes simplemente suban.

Todos comenzaron a dejar en una pila muy pequeña varios bultos que seguramente estaban llenos de ropa proveniente de la esqumera, en estos dos últimos días Hara nos había traído varias prendas de cuero sintético.

—Deberíamos ir entrando.—Edith se acerca a nosotras, desde el día del ataque su expresión se ha vuelto sombría e inexpresiva, un halo de tristeza pareciera seguirla pero aún así no soy capaz de sentirme mal por ella.

—Puedes adelantarte.—dice Rose con una advertencia implícita en su sonrisa.

Edith no dijo nada más solo se alejó a paso contenido y yo me levanté tendiéndole la mano a Rose.

—Vamos.—le sonreí mientras ella tiró de mí para estabilizarse una vez estuvo en pie.—¿Crees que Hara sepa pilotear bien?—le pregunto con fingido terror, el cual ella me devolvió en una mirada.

—¡Dee!—me propina un empujón y me río.

Hasta ahora Morning Star me parece bastante linda, su exterior es de color azul y blanco, a sus lados se extienden unas cuatro aletas tornasol y sobre estas varias ventanillas ovaladas.

Mientras nos disponíamos a subir a la nave aprecié la puertilla por la que transitábamos, es larga y angosta así que pasamos una por una.

—Es mucho más espaciosa de lo que pensé.—dice mi amiga en voz baja.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora