31. LA NUEVA VIDA

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Haim estaba lleno de vitalidad, hay demasiados niños jugando en los patios de cada casa, y al rededor de los pueblos antes de llegar al castillo muchos vendedores con rebosante energía ofrecían sus productos.

—Cada año veo más infantes y creo que de muchas otras especies.—comento mientras observo desde el carruaje como atravesamos el lugar, algunos nos observan y saludan sonrientes aunque otros son indiferentes a nuestro paso.

—Parece que la población de mestizos ha crecido, pero eso es bueno.—dice mi madre posando su mano sobre la mía con una sonrisa amplia.

Hace poco que regresé de mi extenso viaje a Caillech, el cambio es tremendo pero definitivamente me emociona estar de vuelta. Mamá me sorprendió en el puerto esperándome con un carruaje listo y su maravillosa sonrisa, ahora estábamos justo frente al castillo abriendo las puertas del vehículo para poder continuar.

Todo estaba como lo recordaba una puerta ancha y larga que nos dirige al salón principal, es circular y sobre nuestras cabezas cuelgan candelabros pesados de plata.

—¿Cómo estás?—pregunta el mensajero real, creo que se llama Hebrick—Debe ser un alivio salir de aquel invierno.—tiene una sonrisa cálida y me ofrece una reverencia aunque no es necesaria.

—Muy bien, la verdad si me gusta mucho la nieve pero hay algo de Haim que me hace extrañarlo demasiado cuando estoy lejos.—comento con una sonrisa tonta en la cara.

—Espero que sea el visitar a tu madre.—comenta mamá dándome un codazo juguetón en las costillas.

—¿Cuál otra razón podría haber?—pregunto con una expresión inocente .

Luego de un rato de conversación trivial fuimos guiadas por Hebrick hasta al ala sur, donde se encuentra la salida a los jardines y la mayoría de las habitaciones incluyendo la de mi madre. En el camino nos había comentado lo innecesario que le parecían los cambios en las clases de pociones de la academia, como si el traer otro tipo de criaturas—además de brujos y brujas—no hiciera más que perjudicarnos; le expliqué mi desacuerdo y para ser sincera me sentí un poco atacada porque era un programa en el que me había inmiscuido, luego de eso simplemente me dio la razón y se disculpo.

Al menos reconoce que está equivocado.

—Las dejo para que se acomoden, el banquete será a las ocho aproximadamente.—anuncia observando su reloj de bolsillo—Alguna de las muñecas les avisará.

Ambas asentimos y lo observé comenzar a alejarse pero recordé que quería preguntarle algo.

—¡Espera!—digo con un poco más de energía de lo que debería—Lo siento—me disculpo cuando se detiene de sopetón y voltea con sorpresa—, sólo quería preguntar si la sala de pruebas está abierta hoy.—digo mirándolo a los ojos con una sonrisa, no me contengo mucho a decir verdad.

—Sí, creo haber visto a los profesores entrar esta mañana.

—¿Todos?

—No, en realidad.—contesta acomodándose el saco.

—¿Cabello oscuro?—pregunto señalando el mío irónicamente.

—Hmmm, sí.—contesta mirando hacia arriba y luego con más seguridad vuelve a confirmarlo—Sí, definitivamente sí.

—Muchas gracias.—sonrío y me volteo hacia mamá, sus ojos me miran con ternura—Sabes que estoy feliz de verte.

—Hablamos luego.—contesta ella alzando las cejas en un gesto cómplice liberándome de nuestra conversación, asentí y me despedí rápidamente.

Caminar por el castillo siempre se me hacía muy confuso, a diferencia del reino de las hadas este está lleno de escaleras y mil puertas en un solo pasillo. Bajo hasta la planta inferior sin acercarme a la división que nos une con los licántropos.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora