32. BORRÓN Y CUENTA NUEVA

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(Penúltimo capítulo)

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AMAYA

Algo me hacía cosquillas en la nariz, lo suficiente como para que estornudara provocando que me contraiga y que aquello que me molestaba se vaya. Abro los ojos percatándome de lo pesados que están mis párpados pero logro despabilarme un poco y siento un hormigueo subir por todo mi brazo derecho, intento moverlo pero es difícil moverlo porque lo tengo desplegado debajo de mi cabeza.

Estiro el cuello para observo mejor y me percato del montón de pequeñas plantas que lo cubren, son ramas con hojas que se caen fácilmente. Mis dedos sobresalen del cúmulo verde así que me limito a sacudir el bazo hasta que queda libre, hay algo más que no puedo pasar por alto: la ramita con capullos morados.

Jadeo, de inmediato la reconocí y sé para qué debo usarla pero no entiendo el por qué. Rápidamente la tomo y la guardo en el bolsillo de la falda del vestido.

—¡NO GOLPEES ARRIVA INEPTO!—grita alguien fuera de la cueva y me paralizo, miró alrededor pero lo único con lo que me encuentro es con un Coltom dormido sobre su propio regazo—¡NO ME IMPORTA QUE LLEVES PERSONAS AHÍ!

—Coltom...—susurré sacudiéndolo con demasiada energía hasta que vi como sus parpados comenzaron a revolotear.

—¿Dee?—pregunta con pereza bostezando.

—No.—digo casi en reflejo y me siento perpleja por ello.

—¿Qué?—se restregó los ojos sin comprender.

Fui mucho más consciente de las voces a las afueras de este lugar, me ponen nerviosa por lo que mi mirada viaja del rostro de mi amigo a un túnel pequeño en dirección opuesta a la salida, no puedo ver más que una ligera luz y varias sombras que parecen personas pasando de un lugar al otro.

—Nada, escucha a toda esa gente.—susurro cuando el bullicio se hace mayor.

Coltom me mira escéptico en primera instancia pero luego su expresión se vuelve tensa. En un movimiento rápido se levanta y yo lo sigo, de igual forma mira con el seño fruncido hacia donde proviene el sonido.

—Deberíamos ir a ver qué sucede.—dice alzando las cejas y tomando nuevamente su saco, lo había puesto sobre unas rocas para que se secara.

—No me parece prudente, no creo que debamos salir a hablar con un montón de persona que ni siquiera sabemos si son protegidos o si tienen tres cabezas.—exagero con la preocupación pintada sobre el rostro.

—Mira quién habla.—murmura bufando—Puedes quedarte pero si encuentro manera de irme la tomaré.

—¿Cómo nos van a encontrar si nos vamos?—pongo mis manos sobre las caderas.

—Tampoco les será de mucha ayuda encontrar dos esqueletos con ropas para coctel.—nos señala y se coloca su abrigo—Tengo un poco de hambre y aquí no hay siquiera peces, voy a encontrar alguna manera de desayunar y tal vez pueda enviar un mensaje a distancia.—me dedica un saludo militar mientras se aleja.

—¡Coltom!—susurro un grito severo pero él no se voltea.

—Los protegidos también pueden tener tres cabezas.—es lo último que canturrea antes de perderse por el pasillo pequeño.

Me planteo si seguirlo, en realidad no tengo ganas de enfrentarme a lo que sea que esté allá pero para ser justos también siento mi estómago rugir. Tomo un poco de agua del pozo que me rodea para limpiarme la cara, mi cabello está esponjado y parece una peluca. Definitivamente no huelo bien sino más como un perro mojado que lleva días sin tomar una ducha.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora