29,1. LA NINFA Y LA BRUJA

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ENCUENTRO II:

—Es una expedición investigativa, durante más de cinco años se han reportado muertes extrañas y que dejan rastros mágicos, los cuerpos no suelen aparecer con signos de violencia o ataque.

—Elemento ¿Es de nuestra incumbencia? ¿No cree que se trata de alguna peste que merodea entre los humanos—la ninfa era de las más desafiantes en toda la compañía pero solía ser eficiente.

—Llevo años estudiando, logré llegar a esta división y ahora como superior tuya propongo una misión.—Topacio lo miró con intensidad levantando una ceja—Yo decido qué es de nuestra incumbencia y que no lo es ¿De acuerdo?

El inferior asintió sin decir palabra manteniéndose en la fila hombro a hombro con sus demás compañeros.

—Se ha extendido a varios de los nuestros, aunque es una minoría sigue siendo preocupante. Logremos que no sea ninguno.

No había nadie en aquel sitio, solo cuerpos apilados de demonios envenenados. Ni siquiera parecía haber signos de lucha solo el rastro de una vida lejana. Los cuerpos de los humanos poseídos comenzaban a oler mal.

—Que pérdida de tiempo.—susurró Topacio tapándose la nariz intentando evadir el nauseabundo olor aunque comenzaba a sentirse mareada debido.

Registraron la casa y procuraron llevar consigo cualquier aparato u objeto que fuese relevante. Para ser honestos la esperanza se había esfumado.

—Elemento, tengo noticias.—de nuevo aquel ninfa algo insolente se acercó a Topacio, esta lo había dejado con la la compañía en el exterior para que no se entrometiera—Usted tenía razón, la vimos pero cuando intentamos detenerla...uno de los nuestros cayó.

Topacio abrió muchos los ojos y colocó sus manos sobre el hombro del estudiante mientras se encaminaban al patío. El chico se veía demasiado abatido y urgente, intentaba no mostrar muchas emociones pero era evidente que venía en busca de alguna solución.

—¿Nadie la siguió o vieron a donde se dirigía? ¿Iba con alguien?

—No, ella estaba sola.

—Pobre niña...—la ninfa chasqueó la lengua molesta e intentando crear un nuevo plan.

—Señora, es una mujer.—el muchacho lo dice con odio.

—No es su culpa, ella no quería convertirse en esto.—apretó su agarre al inferior—¿Hacia donde fue?

—Al oeste, si sigue a pie no va a llegar demasiado lejos.

Ese día se deshizo en una plática interminable de lo susceptible que era la mujer desconocida, Topacio se aseguró de dejar en claro que lo más importante era no asustarla, la pequeña que ella vio hace años se había convertido en un arma mortal pero aún tenía esperanza en ayudarle.

Para ese entonces Cristine no tenía plan, rumbo ni si quiera una idea fija en la cabeza de su destino más que remendar la mierda de pasado que se traía encima; es por ello que no fue precisamente difícil encontrarla. Se refugió en la parte trasera de una cabaña, aquellos aldeanos se condolieron tanto de ella que aceptaron, claro la bruja tenía un aspecto fantasmal con la cara pálida y la carne enmarcada por su estructura ósea.

—¿Buenos días?—preguntó Topacio acercándose a la diminuta casa algo dudosa.

—Buenos días señorita ¿Le podemos ayudar en algo?—los granjeros no podían ocultar la emoción de pensar que había llegado alguien que les comprase huevos o alguna gallina.

—Mi...sobrina, ella se perdió dando un paseo ayer pero estoy segura que no habrá ido tan lejos.—la ninfa sonríe intentando parecer amable—Tiene el cabello rubio y rizado, también ojos verdes.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora