3. LA BRUJA DEL PUEBLO

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LONDRES 1887, INGLATERRA.

LA BRUJA.

T/W: Este capitulo contiene sangre.

Era 10 de Junio de 1887, una brisa exquisita golpeó levemente el rostro de la bruja quien caminaba con Edith, una sirena que hacía un par de años dejó de regresar al océano, ahora era quién más le ayudaba a conseguir víctimas; su belleza atraía a muchos, tanto a humanos como bestias.

Aquel día en específico parecía tener algo prometedor, quizás fueran las risas y las alegres conversaciones entre personas en dicha calle o que pronto el sol se escondería y sería el momento perfecto para tomar almas.

—Una legión de ninfas irá a tu encuentro hoy.—advirtió Edith estrechando sus ojos azules.

Edith era bastante distinta a la bruja, en su rostro no encontrarías un fuego peligroso con el que te podrías quemar si te acercas más de lo debido pero definitivamente a ella no le importada ser atraída a él, en eso se basaba la relación que mantenía con la criatura a su lado.

—Hasta mi propio padre podría ir a mi encuentro ¿Por qué tendría que importarme?—respondió con vehemencia la mujer de ojos esmeralda.

—Quieren detenerte de alguna manera, probablemente por los incidentes tras las persecuciones en Salem.—dijo Edith mientras doblaban por una esquina llena de tiendas.

—América.—la bruja de rizos dorados se estremeció un poco ante el recuerdo—Los humanos no son inteligentes, necesitan "protectores" ¿pero qué se puede hacer cuando ellos son sus propios enemigos?

—Sabes que es debido a que asesinaste a múltiples personas y a una que otra hada.—ahora el paso de ambas era algo más rápido, se acercaban más a las afueras de la estrepitosa ciudad.

—Eran humanos insignificantes y en cuanto a las hadas—la bruja se lamió el labio inferior—, fueron solo el postre.

***

—¡DÉJAME EN PAZ MUJERZUELA!—rugió el joven Thomas—¡HIJA DEL DEMÓNIO SUÉLTAME!

—Así no se trata a las damas mi lord.—le dijo la mujer rubia en un tono suave como el terciopelo pero que contenía una gran malicia y doble intención. Ella lo mantuvo cautivo en la jaula de espinas que había creado, cerraba lentamente las paredes hasta que escuchó algunas de estas clavarse en su piel.

—¡AH!—aulló de dolor aquel chico.

La bruja vivía en una casa alejada de los humanos, a las afueras de Londres y cerca de donde se abría un gran bosque; aunque no era necesario para conseguir buenas presas era la manera más sencilla. Luego de haber llegado de su caminata con Edith, esta se dedicó a hacer algunas investigaciones con respecto al territorio, pero en la parte trasera de la fachada unos pasos que intentaban ser silenciosos, un corazón que latía y la pura presencia de una débil pero perceptible alma les notificó que un hombre estaba allí.

La criatura embriagada por la idea de arrancarle la vida del cuerpo cerró los ojos y activó todos sus sentidos, percibía la brisa pasar, el susurro de las hojas de los árboles, la tierra mojada y las enredaderas espinosas que rodeaban ligeramente la casa, entonces las alzó, visualizó la cárcel de espinas y supo que estaba completa cuando escucho el quejido del muchacho.

—Dime niño—comenzó de nuevo con fuego en los ojos—¿Qué pretendías hacer?—No apretó más las espinas, pero se acercó para estar cara a cara con el intruso.

Al costado del chico centellaba un objeto de metal con el mango rojo en detalles de oro: una daga que posiblemente tuviese agua bendita desparramada sobre la hojilla fina y puntiaguda.

Un Alma a Medias (El alma en el medio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora