Busca, busca rápido.
Los pies los sentía pesados a medida que rondé la habitación, el suelo está frío y las paredes blancas me hacen sentir como si estuviese en la nada. Rápidamente busqué el espejo, aquel que Altum en mis sueños me había asegurado estaba en algún lugar, recuerdo su forma ovalada rodeada por un marco de madera pesada.
A los pies de la cama hay un armario de color turquesa, me dirijo a él y lo abro cuidadosamente. Estoy segura que el objeto que busco está allí, es el único mueble en el lugar.
—No será sencillo.—me quejé para mis adentros mientras muevo de un lado a otro los abrigos gruesos y los sacos de colores y así encontrar en el fondo un gran espejo apuntando directamente a mí.
Me siento sobre el suelo encarando la superficie reflectora con los ojos cerrados, tomo aire antes de hablar.
—¿Están allí?—pregunto, y hay un silencio prolongado—Necesito su ayuda.
Silencio.
Entonces miro hacia donde debería estar mi cara del otro lado, para encontrarme con un semi-esqueleto lleno de gusanos y putrefacción. La sensación más horrorosa me cruzó el pecho y me heló la sangre, ya lo había experimentado antes pero seguía siendo tan horrible como siempre.
—Poco educado de ti el hablar sin mirar a la otra persona.—definitivamente el color había dejado mi rostro.
—Lo lamento, necesitaba hablar contigo.—explico intentando mantener la mirada recta aunque desenfocándola ligeramente con tal de no espantarme.
—¿De qué podrías querer hablar conmigo? Vaya sorpresa.—dicen aquellas voces abrazando mis oídos y su aliento rozándome la nuca, tiemblo ligeramente.
—Quiero hablar de mí, de lo que soy y sobre qué debo hacer.
—Bastante impetuosa y algo ególatra, no has cambiado mucho.—mi cabello se movió ligeramente como si se tratara de una ligera brisa pero sabía que no era así.
—Solo necesito tu ayuda, no sé qué debo hacer.—es casi un suplica—Vi como los ayudaste, a aquel niño.—las imágenes vuelven a mi cabeza.
—Sólo lo hice por Altum, pero tú la mataste así que no hay nada que yo quiera hacer por ti más allá de torturarte.
De pronto mi garganta había sido apresada por dos manos grandes e invisibles mientras que la imagen en el espejo parecía comenzar a salir de él, primero una mano y luego todo el brazo hasta que su frio tacto me acarició la mejilla. El oxígeno dejó de fluir libremente por mis pulmones y poco a poco comenzaba a sentir la presión de no respirar.
—W-wind.—mi voz era débil y difícilmente fue consciente del sonido que emitía—Wind n-no hmmm, s-soy la paz.—aquello no tenía sentido, al menos para mí y era claro por qué.
Yo no hablaba, es más estaba bastante segura que me encontraba a punto de desmayar sin embargo mi cuerpo resistió, una fuerza que no poseía por mí misma lo invadió. Las manos que me hacían daño se esfumaron y el esqueleto pareció petrificado en el lugar, yo quería toser pero nada en mi cuerpo respondía a mis intentos por alejarme de la mortífera caricia.
—¿Qué dijiste?—era la primera vez que aquellas voces sonaban desconcertadas y con la guardia baja.
—Necesito que la ayudes wind, recuerda que esa hostilidad nos dejó en donde estamos ahora.—la voz que viaja entre mis labios, no me pertenece.
—¡No! No caeré en un truco como este, juegas con fuego bruja.
Entonces algo maravilloso sucedió, de mis delgados dedos una onda de aire comenzó a bailar, no habría sido visible si no fuera por el pétalo que viaja de un lado al otro con ella.
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Un Alma a Medias (El alma en el medio)
FantasyMorir es el final de la vida ¿cierto? es la compasiva conclusión a un viaje sin rumbo ni dirección... desearía que así fuera en realidad. He visto como dentro de mí se han librado numerosas batallas, cada una de ellas por razones distintas, con pers...