Capítulo 1

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—¡Corre carajo! ¡Corre! —escuché a Franklin detrás de mí

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—¡Corre carajo! ¡Corre! —escuché a Franklin detrás de mí.

No sé si mis pulmones ardían por correr casi cuatro cuadras o por correr y reír al mismo tiempo. Resulta que hace diez minutos nos encontrábamos en un bar, estábamos bebiendo tranquilos, hasta que nos dimos cuenta de que se nos había quedado la billetera, le dijimos al dueño que saldríamos a buscar la billetera que nos la iban a traer, y cuando ya estábamos afuera el brillante de Franklin se le ocurrió correr para no pagar la cuenta.

—¿Dime... por qué carajo... corrimos tanto? —casi ni puedo hablar de tanto que arden mi pecho.

—Porque soy el mejor dando ideas —me contesta.

Frank media un metro y algo, tiene su cuerpo definido por los entrenamientos, cabello rubio y siempre lo veías con una sonrisa en el rostro.

—Imbécil.

Hola, disculpen por empezar mi historia de esta manera, me les presento: mi nombre es Xabi Persie, tengo 19 años y soy el más popular de la preparatoria, pertenezco al equipo de fútbol y soy el capitán, eso es una de las consecuencias que me ha traído ser uno de los mejores. Después les explicaré por qué es una consecuencia y no una virtud.

—¿Entramos o qué? —preguntó Frank estando más calmados y caminando al alzar.

—¿Qué más nos queda? Hay que entrar —la cuestión de que no queríamos entrar era porque no habíamos hecho la tarea de Literatura.

El instituto era, como cualquier otro, su gran entrada al edificio donde estaban ubicados las aulas, y el resto era al aire libre, menos la cafetería, la biblioteca y la cancha de baloncesto.

Al pasar por los pasillos del edificio era cada cinco segundos saludar a alguien. Hay algunas personas que disfrutan de esto, en cambio, yo, esto es lo que menos me gusta, no me gusta ser popular.

A veces algunas personas quieren ser el mejor para que alguien lo aplauda, sin saber que primero te tienes que aplaudir tu primero, no me gusta esto porque no sé quién es real, todos alzan la mano para saludarme, pero realmente no sé quién de ellos va a estirar su mano para estar en las buenas y en las malas.

—Buenos días, profesora, ¿podemos pasar? —pregunto cuando ya estamos en la puerta del salón.

—Pueden pasar —nos afirma. Ambos pasamos y mi mirada por una fracción de segundo cae en la chica que está sentada al fondo.

—Hola, Xabi, ¿qué harás esta tarde? —me pregunta Niurka. Es una de las chicas de las porristas.

Cuando iba a responder nos interrumpió la profesora Mónica.

—Hoy les mandaré a hacer un trabajo en pareja —informa— pero esta vez las parejas las elegiré yo —Mónica empieza a caminar entre los espacios de las filas— para este trabajo tendrán que elegir 2 canciones, uno tendrá que escuchar la canción que eligió el otro y viceversa, quiero que hagan un informe detallado sobre de que trata la canción y si les dejó algún tipo de mensaje.

—¿Y el que lo quiera hacer solo, profe —preguntaron detrás de mí.

—¿Qué parte de trabajo en pareja no entendieron? —específica "en pareja" para darle una respuesta— ya les diré con quien van a tocar— saca una hoja de la carpeta que lleva en manos y empezó a formar las parejas.

*Niurka, con Frank.

*Iván, con no me acuerdo el nombre.

*Rebeca, con el chino.

*Yo, con Khea.

*....

Una sonrisa salió de mis labios, es la oportunidad que he estado esperando desde hace 3 años. Levanto mi asiento para sentarme al lado de la chica que ni se ha dispuesto ni siquiera a moverse.

—Mi canción es Tatoo de Rauw Alejandro —dije, apenas me senté a su lado.

Vi que lo anotó en su cuaderno, esperé un momento, pero como no vi movimiento alguno de que me iba a decir algo, pregunté.

—¿Me dirás tu canción o tengo que esperar que pienses?

Alzó sus cejas, pero, no era ese tipo de asombro, sino una que claramente te decía: Qué estúpido eres. Empezó a recoger sus pocas cosas y meterlas en su mochila, ella cerró el bolso y se quedó mirando hacia adelante, sin hacer otro tipo de movimiento.

—Duelo dulce, babi —su voz se escuchaba apagada, débil, como si pronunciar tres palabras la hubieran agotado.

—Nunca había escuchado de esa canción, ¿es buena? —quería sacar algo de conversación, iniciar por ahí era la única alternativa en este momento.

—Es de esperarse que una persona que elige una canción como Tatoo para hacer un trabajo, no sepa de buena música —respondió sin mirarme.

Yo por mi parte me dediqué a detallarla, la Khea de ahora era muy distinta de la chica que conocí hace cuatro años, supongo que el tiempo cambia a las personas. Mi vista calló por su cabello negro que desde lejos se podía ver que no estaba bien peinado, baje mi vista por su cuello, sus brazos y solo podías ver palidez hasta llegar a sus manos, que en los nudillos los tenía rojos, y ahí si me detuve. Hasta que sintió mi mirada, y bajó sus manos por debajo de la mesa.

—Tatoo es una canción muy buena, pregúntale a cualquiera, es la canción que está pegada —defendí.

—Entonces... escuchas una canción porque está pegada y no porque te guste, qué bueno —ironizó.

—Claro que no, la escucho porque... porque... porque buena —sí tenía razón.

La campana sonó, y nos levantamos al mismo tiempo, nos quedamos parados un momento. Volteo su rostro y me miro, por primera vez desde que volvimos a hablar, sus ojos cafés me miraron.

—En vez de tratar de encontrar una respuesta para defender una canción y no sentirte derrotado delante de mí, respóndete la siguiente, ¿eres verdaderamente feliz? —y sin más, caminó hasta la salida. Yo, por otro lado, me quedé paralizado ahí.

¿Por qué Khea me diría eso?.

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Nota de autora: Ya empezamos gente hermosa.

Les deseo una bonita semana.

Se les quiere mucho.

Se les quiere mucho

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