Capítulo 30

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❀ XABI ❀Actualidad

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XABI
Actualidad

El trayecto a casa no fue nada del otro mundo. Autos que iban y venían, gente corriendo porque se mojaba, nada importante.

Apago el motor y saco el paraguas para no mojarme, nada más a mí se me ocurre ponerme unos zapatos claros un día de lluvia, pero eran verdes. Al entrar a la residencia cierro el paraguas más no lo enrollo para que se seque.

Voy al apartamento, pero me detengo porque veo a Khea sentada en la puerta.

—¿Qué... qué haces aquí? —pregunté aún sorprendido.

—Resulta que un distintivo ser humano, que alega ser mi novio, cumple años el día de hoy, algo me dijo que viniera aquí, quizás por obra del azar, caí en su puerta —ironizó.

Y es que eso era lo que más me gustaba de ella. Ella no quería ser chistosa, pero lo era. Es que Khea era todo lo contrario a lo que demostraba, ella a simple vista parecía una chica ordinaria, una chica mantenía un aura oscura para que su espacio no sea invadido.

—Muy graciosa tú —ironicé también soltando una carcajada.

—¿Quién dijo que era un chiste? —su rostro fue serio, por lo cual dejé de reírme.

Se levantó. Llevaba puesto un jean negro no ajustado. Una camisa negra, en el cuello y en las mangas tenía una franja blanca. Y unos zapatos deportivos color negros.

—¿Y mi regalo de cumple años? —pregunté con picardía.

—Aquí lo tengo —respondió emocionada.

Me acerqué para darle un beso, pero me detuvo poniendo una mano en mi pecho.

—¿Qué haces? —indagó con sus cejas arrugadas.

—Reclamando mi regalo —contesté con algo de obviedad.

—Pero tu regalo está en mi bolso, no en mi boc... —se detuvo de repente, y en segundos su rostro se aclaró— Ah, no estás hablando de ese regalo —señaló el bolso y yo negué— hablas de otro regalo.

—Aja —contesté dándole la razón.

—Claro era obvio —se respondió ella misma.

Me miró con duda, pero luego esbozó una sonrisa. Se abalanzó hacia mí enrollando sus piernas en mi cintura. Me dio un beso corto en los labios para luego, empezar a repartir besos por mi cara.

Mucho amor para ser Khea, ¿Dónde había dejado a la Khea seca?

—Okey mucho —y ahí estaba.

Abruptamente, se detuvo y su rostro volvió a ser el mismo: Sin ningún tipo de expresión.

—Eres una loca —me reí, pasando por su lado para guindar el paraguas para que se secara.

—Tu un imbécil y estamos juntos, el mundo nos da cosas extrañas, y en lo extraño está lo emocionante —respondió.

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