❀ XABI ❀
Tres días después.Habían pasado unos cuantos días desde que Khea nos pidió que saliéramos de la habitación, después de eso solo permitía que entrara su madre y Lauris. Ambas me tenían informado del avance de Khea.
Hoy iban a dar de alta a Khea, después de que el doctor la revisara y viera que todo marchaba bien. Le mandó a guardar reposo en su casa. Apenas su madre me dijo eso me ofrecí a llevarlas a su casa.
Luego de un par de minutos de espera vi a las tres mujeres salir. Marilyn tenía puesto un pantalón marrón oscuro, una camisa de botones blanco y unos botines marrones. Lauris, por otro lado, llevaba puesto un blue jean ajustado, unas sandalias blancas y una camisa rosada. Y Khea... Khea venía como siempre.
—Hola, hijo, gracias por venir —saludó Marilyn.
—No se preocupe, sue... —Khea alzó la mirada deteniendo lo que iba a decir— siempre a su orden —finalicé con una sonrisa amable.
Todas subieron, pero por alguna extraña razón Khea se subió de copiloto, Marilyn y Lauris atrás, ellas hablaban sobre el contenido de una carpeta que llevaban en manos.
Apenas me monté al carro, bajé el vidrio de Khea, ganándome una confusión por parte de ella. Conecté mi teléfono al reproductor y dejé que se reprodujera la lista de música que ella había ordenado. Quería que se sintiera a gusto, y creo que era la mejor manera.
La voz de Babi nos acompañó por todo el camino, Khea miraba por su ventana, de vez en cuando tocaba el reproductor para pasar la canción, pero luego volteaba hacia la ventana. Siendo sincero no me incomodaba para nada, porque esa era siempre su actitud cuando íbamos en mi coche.
Al llegar a la casa, estacioné donde siempre. Todas bajaron, excepto Khea, miraba al frente y duró unos segundos callada antes de iniciar la conversación.
—Es verdad que conoces mucho de mí —alegó— ¿cómo te lo dije? —indagó volteándose hacia mí.
—Lo del carro fue un día que me ofrecí a acompañarte, y aunque me dijiste que era un imbécil, aceptaste —relaté recordando el momento.
—¿Y sin más me subí a esto? —inquirió disgustada señalando la camioneta.
—No —negué rápido— te subiste después que cerráramos un trato donde te bajaría los vidrios, y te dejaría subir los pies al asiento.
Formuló una sonrisa, como si estuviera orgullosa de su acto. En segundos esa sonrisa fue desvaneciendo, y podría decir deducir que era por un pensamiento negativo que se le cruzó.
—Lo siento si esto se hace sentir mal yo...
—No, no, no, Khea, tú no tienes la culpa de nada —coloqué mi mano encima de la suya— de todo esto no tienes la culpa.
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Odisea ✓
Teen FictionEn el mundo donde existe millones de personas, en alguna parte de el, viven Xabi y Khea. Ella tenía muchos problemas y un secreto que no quería dejar salir. Él no estaba muy seguro de lo que quería, y aunque detestaba la inestabilidad, la quería a...