Capítulo 14

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❀ KHEA ❀

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KHEA

Después del juicio.

—Me harás falta, nunca he tenido una amiga —dijo Lauris.

Lauris fue mi compañera por estos 2 meses, fue la única que me extendió la mano y me defendió a capa y espada de las otras de aquí.

—No sé si te quiero, pero ya sé identificar el vacío de extrañar, y créeme que lo haré —exclamé— haré lo posible por visitarte.

—En tal caso, si no puedes, sabré que una parte de mí está afuera —comentó acercándose a mí, dándome un abrazo.

Hoy salía de aquí, y las pocas cosas ya las tenía metida en una bolsa.

—Smith, es hora de irte —avisó el guardia.

Agarre la bolsa y salí de la celda, empecé a caminar hacia la salida y escuché todo tipo de abucheo.

—¿Y te vas, princesa? — escuché, por un lado.

—¿No me vas a visitar? —escuché, por otro lado.

Y así como eso varios comentarios más. Los dejé de escuchar cuando ya estaba en el patio que daba a la salida.

Está correccional se parecía mucho a una película que vi llamada: Mientras el lobo no está. Era un edificio dividido en dos, de un lado estaban las celdas de aislamiento y celdas completamente encerradas, y del otro lado, que era donde yo me encontraba, eran celdas con ventanas en las puertas, y había un mini patio.

—Abran las puertas —ordenó el guardia por su radio.

En pocos minutos ya el portón empezó a abrirse. Por fin, después de estos 2 peores meses de mi vida estaba afuera, ¿qué era esto? ¿Felicidad? No lo sé. Empecé a avanzar para salir, pero una voz me detuvo.

—¡Smith! —gritó Martín.

Me di la vuelta para darle la cara.

—Dígame, señor.

—A pesar de todo tu educación va por delante, y eso es bueno, Khea.

—De mí pueden decir lo que sé, aunque la mayoría son ciertas, dejo que crean de mí lo que ellos quieran.

—Solo quería despedirme de ti, y decir que aquí tienes un amigo. Khea, cuando necesites algo, aquí estoy —me agarró del hombro y me acerco a él para abrazarme— no olvides ir al Psicólogo, vi que ya sabes reconocer una.

—Sí, señor, así es —respondí sin ninguna emoción. O quizás si la sentía, pero no podría ponerle nombre.

—Fui a hablar con el directivo de la Eduit y están de acuerdo que te integres cuando te sientas lista —informó— por cierto, los primeros días un chico preguntó por ti.

Mis cejas se arrugaron en confusión, hasta que lo supe.

—Xabi, ¿fue él cierto? —pregunté.

—Sí, fue él, a nadie se le dijo nada, solo al directivo y a los profesores que te darán clases, todo lo que pasó no saldrá de ahí, hice que firmaran un contrato.

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