Capítulo 2

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—Xabi, ¿escuchaste lo que te dije? —siento un golpe en mi hombro que me hace volver a lo que estaba

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—Xabi, ¿escuchaste lo que te dije? —siento un golpe en mi hombro que me hace volver a lo que estaba.

—¿Qué dices? —le pregunto a Frank.

—Llevo rato diciéndote que ya salimos de clase y no tenemos entrenamientos, ¿vamos al parque de las Mercedes? —me propone.

—No, mi mamá va a ir hoy para la casa, y tengo que estar ahí —excuso.

—Anda, hermano, ¿me vas a dejar solo? —insiste.

—También tengo que hacer las tareas.

—Al diablo con las tareas, después yo te ayudo a hacerlas —ni mi ex me había engañado tanto, como Frank diciendo que me va a ayudar a hacer mis tareas.

—Las tareas pueden esperar, pero mi mamá no —finalicé.

—Bueno, entonces nos vemos luego —estira su puño para chocarlo con el mío, y comenzar a alejarse.

La verdad era que quería estar solo, sin nadie a mí alrededor. Hace rato que estar solo me resulta mejor que estar con muchas personas.

Me dirijo hasta el estacionamiento de la preparatoria para montarme en mi camioneta e irme. Es una Kia Seltos color negra.

Mi casa no está tan lejos, se encuentra a unos treinta minutos, pero el tráfico es horrible. La Eduit (Educación e inteligencia) es una de las preparatorias más sonadas, queda justo en el medio de la ciudad, por eso el tráfico es espantoso.

Cuando llego, estaciono al frente de la residencia. Es un pequeño apartamento de 3 pisos, donde se quedan los que viven muy lejos. La otorga la preparatoria.

Es pequeña, pero me gusta, es de color blanco por fuera... y por dentro también. Como mi habitación queda en planta baja no tengo que subir. Cuando entro me recibe lo mismo de siempre: La soledad.

Cierro la puerta a mi espalda y dejo la mochila al lado de la puerta. Como es una habitación de estudiante hay lo básico: Das cuatro pasos y te encuentras una mesa pequeña, con dos sillas, dos sillones pequeños junto a la ventana donde se ve la carretera, una lava platos con una cocina alrededor de la mesa, esa es toda la sala. Hay un pasillo a mano derecha de 4 metros de largo y 2 de ancho, de un lado está la habitación, y del otro lado el baño.

Al entrar a mi habitación vuelvo a coincidir con el mismo vacío. Cojo mi laptop que está en la mesita de noche y me siento en la silla junto al escritorio. Inicio mi cuenta para entrar a YouTube y escuchar la canción que Khea me dijo. Me coloco los audífonos para prestarle atención a la letra.

Al principio pensé que no era la canción, porque empezaba como una especie de entrevista donde un señor mayor le pregunta a una chica qué por qué se intentó suicidar, ella le contesta que no quería enfrentarse a nada. Un sonido melancólico empezó a llenar mis oídos, y la voz de una chica lo acompañaba.

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