Capítulo 22

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❀ KHEA ❀

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KHEA

Día siguiente de lo sucedido.

Algo dolía dentro de mí, aunque todo mi cuerpo me dolía. No podía moverme, porque me dolía. Ya no me quedaban lágrimas por soltar, ya no me quedaba voz para gritar.

¿Me creerían si hablara?

El miedo y la duda se apoderan de mí. Solo puedo fijarme en la sangre que mancha las sabanas. ¿Hago lo correcto si callo?

Si el silencio es un beneficio para todos, e incluso para ti, calla.

Esta vez no era así, si callaba estaba aceptando que él podía hacerlo cada vez que le dé la gana, y no.

Apenas Freddy salió del cuarto, lo primero que hice fue cerrar con seguro la puerta. Nunca me gustó tenerla cerrada, pensaba... que si algún monstruo salía en mi habitación, tendría vía libre para correr.

¿Qué irónico, no? Al único monstruo que le tenía que temer, estuvo enfrente de mí, y en vez de dudar lo que hice fue confiar.

XABI
Actualidad.

—¿Nunca hablaste? —pregunté.

Cuando Khea me dijo que me diría todo y que necesitaba un lugar a solas, no lo pensé dos veces y la traje al antiguo parque donde solíamos venir después de la salida.

Como habían construido un parque de atracciones con más implementos, este poco a poco lo fueron abandonando, solo había: Columpios, unas máquinas de hacer ejercicio, y una casita con la escalera para subir y el tobogán.

Me había contado lo que le había pasado, sentí: Impotencia, rabia, dolor. ¿Cómo alguien tan joven e inocente puede pasar por algo así? Me pongo en sus zapatos y no me puedo ni imaginar lo que se debió sentir.

—Sí, claro que hablé, ese mismo día se lo dije a mi madre.

Desde que empezó a contar la historia ha tenido la mirada fija en el suelo, como si tuviera miedo a ser juzgada y como si delante de sus ojos no estuviera yo sino lo que vivió en ese momento.

—No me creyó —siguió— "Él no es capaz de eso" —imitó una voz que supuse era la de su mamá— "Él te ha criado" "¿Cómo puedes decir tal cosa de él?", esas fueron sus palabras —dio una sonrisa triste, de decepción—, Ya que mi madre no me creyó y no tenía a quien acudir traté de buscar solución por mi parte.

—¿Planeaste su asesinato? —pregunté asombrado.

—No —respondió ofendida— deja de interrumpirme, qué mala costumbre la tuya —me regañó.

—Pégame mamá —exclamé— Ya sigue.

—Pensé en ir a la policía, pero si ni mi propia madre me había creído, ¿ellos lo harían? —Negó con la cabeza— No sabía cómo hacerlo pagar, pero en tal caso mientras pensaba, y si había una posibilidad de una próxima vez, yo estaría preparada. Agarré uno de los cuchillos de la cocina y lo escondí debajo de mi almohada.

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