Capítulo 28

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❀ XABI ❀Actualidad

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XABI
Actualidad

No había sido para nada tranquilo el almuerzo, pero no fue por mi culpa... bueno, creo que sí lo era.

—Te pasaste —reprochó, Khea.

Khea estaba sentada en la silla que estaba en su habitación y yo paseándome por ella.

—Lo lamento, Khea, no sabía que también te faltaba humor negro, de hecho, llegué a pensar que ese era tu especialidad —confesé.

—¿Cómo vas a decir que esta casa es tan oscura y da miedo como yo? Eso, yo lo considero falta de respeto —contestó.

—Está bien, como tú digas —alzo mis brazos en señal de rendición.

Me acerco a la ventana por la que subí la otra vez, y a pesar de que es de día, veo un oscuro y deprimente jardín.

Me vino a la mente lo que había pasado en la mañana.

—¿Ese hombre le hace daño a tu mamá? —le pregunté volteándome para poder mirarla.

Khea Inhaló profundo, como llenándose de valor y hablar.

—No lo he visto, pero hubo una vez que mi mamá estaba mal. Como paso casi todo el día en el instituto no sé mucho lo que pasa en casa —su mirada estaba perdida— al principio me decía que por la calle por donde pasaba era muy peligrosa, y que unos delincuentes la asaltaban, pero... están robando mucho por esa calle —ironizó.

—¿Por qué no lo denuncias? —indagué.

—¿Qué voy a decir? Buenas tardes, mi padrastro le pega a mi mamá, no lo he visto, pero lo hace —satirizó.

—No tienes pruebas, entiendo —lo dije para mí.

Un pequeño silencio, pero lo corté cambiando de tema.

—¿De verdad toda tu ropa es negra? —inquirí con diversión.

Khea alzó su rostro y me miró, luego amos miramos al closet que estaba al frente de su cama, al volvernos a mirar Khea supo mis intenciones porque ambos corrimos al closet, pero llegué yo primero y lo abrí de golpe.

Me imaginé que tendría sus camisas y pantalones colgados, pero no, lo que había ahí era algo que yo nunca había imaginado, creo que nadie hace eso con su closet.

—¿Libros? ¿Por qué metes libros en tu clase? ¿Tu ropa dónde está? —solté pregunta tras pregunta.

Fue inevitable no sorprenderme, pero es que no había 20, ni 30, había más de 100 libros y todos perfectamente ordenados.

—No tengo estante, y ese fue el mejor lugar que encontré para guardarlos —explicó.

—¿Esto... son todos los libros que has leído? —pregunté sentándome en la orilla de la cama, aun sorprendido.

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