Epílogo

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USP FLORENCE ADMAX

Fremont, Colorado.

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De todos los lugares del mundo al que imaginé podría ir un día, la prisión no era uno de ellos.

A pesar de no dar un aspecto lúgubre desde afuera, adentro es todo lo contrario. Cuando estuve en La Tumba en mi país, pensé que no podía ver algo más frío, oscuro y sombrío que eso. Pero lo hay, y es esto.

La prisión ADX ha recibido comparativas a Alcatraz y denuncias de diversas organizaciones que promueven los derechos humanos con la finalidad de que mejoren las condiciones de los presos o que la cierren. Las personas viven en espacios reducidos de 2x2 y salen una vez al día por una hora y el único momento en que que reciben vitamina D por parte del sol.

Preso USP2508-I tiene visita —anuncian a través del parlante.

Por todo el recinto retumba el sonido que indica que la puerta está siendo abierta y, seguido a ello, una cadena caer al piso. La misma es arrastrada como si se fuese la vida en ello, como si se tratara del mismísimo infierno y los guardias fueran par de demonios.

—Maldito lugar —digo en voz baja.

El sonido que indica la apertura de una puerta vuelve a sonar y será solo para juntarnos la otra persona y yo.

Su mirada es atenta, curiosa, escaneando cada parte de mi. Con una mirada rápida observa el lugar entre nosotros para sonreír de forma que me resulta un poco incómoda.

Una vez los dos sentados en la mesa que los guardias designaron para nosotros, el silencio se torna más perturbador junto a su ya siniestra sonrisa.

Tal vez será porque uno no esperaba ver al otro, o porque ha pasado tanto tiempo desde la última vez que nos vimos y los dos éramos libres, en una lucha de quién ganaría al final.

—No esperaba ver a alguien, y precisamente tu eras la última persona en esa lista.

—Eso pasa cuando ya no te queda alguien.

—Puede ser —admite, con una mueca afirmativa algo desagradable—. Ya que estás aquí, ¿por qué no me cuentas cómo hiciste para hacer que Mario Andrés volviese contigo?

—Nada —respondo rotundo—. Bueno, si hice algo, fue esperar. Porque yo me di por vencido el día del último juicio. Pero ya que preguntas, te puedo contar qué fue lo que pasó.

—Breve, que ya me fastidié de verte y escucharte.

Suelto una risita seca y me enderezo en la silla, apoyando mis codos arriba de la mesa y la quijada en mis manos.

—El destino, eso fue lo que pasó.

That is a lot of bullshit* —bufea—. Si no me vas a decir, entonces me voy —intenta levantarse.

—Sientate, querida, que no hemos terminado. —le hago una seña a la oficial que la custodia y esta hace que Olimpia retome su lugar—. Para resumir: Mario se sometió a un tratamiento de electrochoque cerebral que estaba en fase de prueba y resultó un éxito. No recuperó la memoria de momento, pero si al paso de los días. Según me dijo, fueron como especies de flashbacks. ¿Eso en qué te beneficia ahora mismo?

—Me lo reservo —responde, con la mirada algo distante, como si pensara en algo.

—Ahora que lo pienso, sí es verdad que te hace falta el sol. Tu rostro no luce como antes.

Enséñame a Vivir IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora