Capítulo 9

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A primera hora tuve que despertar para el viaje. No quería que Lucas se despertara porque no iba a acceder a quedarse. Mal que siempre ha tenido, es el del sueño ligero y se despertó en el mínimo ruido que hice.

Sabiendo que solo le daría excusas vagas, se levantó de la cama y se vistió en silencio, sin hacer algún tipo de pregunta sobre dónde vamos o qué haremos. El viaje ocurrió de la misma forma, el silencio siendo ocupado por la música y el único momento en que me dirigió la palabra fue cuando nos detuvimos a comprar gasolina y quiso saber si necesitaba algo de la tienda.

Estamos a poco de llegar a Miami y no puedo seguir callando la pregunta.

—¿Por qué me sigues sin preguntar? —cuestiono.

Parece que Lucas no esperaba que le hablara, porque voltea a verme antes de que el comestible cayera de la bolsa en su boca y todo le cae en la camisa.

—¡Maldito seas! —se queja.

—No es mi culpa que seas un idiota —me burlo—. ¿Puedes responder?

—¿Qué quieres que te diga? —plantea, a la par que limpia su camisa—. No confío en tus impulsos. No sé a dónde vas o qué harás, pero quiero estar ahí para detenerte si es una estupidez.

Ahora el sorprendido soy yo con la respuesta. Sonrío con sarcasmo al dedicarle una mirada rápida y regreso la vista a la calle.

—¿Qué es tan gracioso? —añade, ofendido.

—Que pienses puedes detenerme. Explícame cómo un niño de escasos sesenta kilos puede con una torre de ochenta kilos como yo y, de paso, casi diez centímetros más alto.

—Son menos de diez centímetros —se defiende—. Son ocho, para ser exactos. Además, puedo llamar a la policía o a mi amigo del FBI, Juan Pablo Verastegui.

—Claro, cómo olvidar que me fuiste infiel con su hermanito.

—Un beso no es infidelidad.

—Sí lo es —afirmo—. En cambio, yo besé a Mario Andrés por primera vez la noche del evento benéfico. Sí es verdad que tuvimos muchos momentos en que casi pasa, pero yo no podía cargar con ese peso de haberte sido infiel.

—Insisto que un beso no es infidelidad. No por besarlo, quería decir que me serías infiel.

—Ese es el problema: no solo iba a ser un beso. Había mucha tensión sexual entre nosotros como para limitarlo a un beso. Sin embargo, es curioso que así no fue.

—¿Cuándo fue la primera vez que ustedes...

—En Madrid, el día después de la no boda con Tiffany.

—Que día tan trágico —recuerda—. ¿Cómo te enteraste de todo?

En el resto del camino, me dedico a relatar la historia desde que reconocí a los tipos en el albergue, hasta la supuesta detención e interrogatorio de los amigos de Tiffany.

Lucas no hace más que sorprenderse con cada detalle e incluso yo me creo muy fantástico como ocurrió todo. Aprovechando que estamos hablando del tema, Lucas se disculpa de nuevo por el mal causado.

—Lo del auto lo sabía y se supone que solo sería un susto. Quería matar a Tiffany cuando Sabrina me contó lo que te hicieron.

—Ya no tiene caso, Lucas. Eso fue hace más de dos años.

—Y aún me persigue ese fantasma —se lamenta—. ¿Cuánto falta? No sé qué vamos a hacer, pero necesito ir a la playa.

—Hubiese sabido eso, te dejo en Malibú.

Enséñame a Vivir IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora