Capítulo 17

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Nunca me había esforzado tanto por dar lo mejor de mi en algo como en los ensayos de estas dos semanas. Los ataques de ansiedad han sido constantes, quitándome así las ganas de dormir y el apetito.

Pero el día ha llegado.

24 de Diciembre.

Tantos sentimientos encontrados. Aunque en definitiva, el que predomina, es la tristeza.

¿Cómo te puedes sentir diferente en una fecha en que, aunque será el principio de muchas cosas, fue el final de otras?

Debería ser mi segundo aniversario o el primer cumpleaños de mis hijos. En cambio, estoy a poco de hacer justicia por la muerte de todos ellos.

—Carlos y Santiago están aquí —anuncia Stephanie, llamando mi atención del atardecer que se contempla desde el balcón.

—¿Puedes venir un momento? —la llamo.

Stephanie levanta una ceja demostrando que le causa rareza la forma en que la llamo. Aún así, se acerca y mira al infinito junto a mi, pasando una mano con suavidad en mi espalda.

—¿Qué sucede?

—¿Puedes...

Emito un sollozo bajo que rápidamente se convierte en un llanto audible e interminable. Stephanie me abraza enseguida y entiende lo que necesitaba de mi mejor amiga: un abrazo.

—Oh, Jonah —suelta, lamentando lo que yo lamento, aunque si saber de qué se trata.

—¡¿Qué pasa?! —pregunta Sabrina al llegar—. ¿Qué pasó?

—¿Se te olvida que fecha es hoy? —cuestiona mi amiga.

Sabrina se queda en silencio, tal vez buscando la repuesta en su mente. Cuando todo parece encajar en su corta memoria, se disculpa.

—Mierda, lo siento. Es que todo ha pasado tan...

—Tenemos que irnos —me separo de Stephanie.

—¿Estás seguro de esto?

—He estado seguro de pocas cosas en mi vida. Y esta es una de ellas —le respondo a mi amiga, tratando de sonar sereno.

Sabrina se aparta y me deja salir del balcón primero, ambas detrás de mi. Según las escucho hablar, Pablo y Dilan ya se encuentran en la fiesta y dicen que todo va normal. De los hermanos, solo Atenea es la que está atendiendo a los invitados, faltando aún Olimpia y los otros integrantes de la familia.

Llegamos hasta la entrada del edificio donde están esperando los demás en las diferentes camionetas que decidimos ocupar por diferentes factores, sobretodo por seguridad.

Lucas, Kelvin y Perseo se encuentran hablando con Carlos y Santiago en la entrada. José Rivero se encuentra con el Fiscal Principal (quien resultó ser muy amigo de Don Marco desde la infancia) y unos hombres que no conozco.

—Jonah, al fin bajas —se acerca Kelvin—. Ven para que conozcas a alguien muy importante.

—¿Es el momento para ello? Tenemos unos minutos de retraso.

—Sí —se limita a responder y hala de mi mano para que me acerque al grupo de hombres—. Jonah, te presento a Charles Hillsborough, un comisionado asignado por la INTERPOL para trabajar en el caso.

Los penetrantes ojos azules del hombre llaman mi atención. Son un poco más intensos que los de Lucas y, de alguna forma, me causan el mismo sentimiento que sentí la primera vez que conocí a Mario: un hombre completamente magnético, con algún aire misterioso y cuya vida de seguro merece ser mejorada con algo.

Enséñame a Vivir IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora