Capítulo 38

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La cita para verme con los expertos del tribunal llegó antes de lo previsto y acudí a ellas sin avisarle ni siquiera al abogado. De hacerlo, estoy seguro que intentarían comprarlos también. Por otro lado, el resultado de la entrevista con el psicólogo y el informe médico, sería entregado directamente a la jueza.

Recibí la citación para la audiencia de nuevo y fue en el momento que les comenté a mi madre y a mi abogado sobre la asistencia a las citas con los expertos. Tal y como esperaba, no resultó del completo agrado de ellos, sobretodo para mí madre.

En vista de ello, el abogado decidió adaptarse a las circunstancias. Según su experiencia y recomendaciones que ha recibido, tenemos algunas posibilidades si apelamos al tradicionalismo familiar. Consideraba importante que llevara a los niños, pero decidí mantener a mis hijos alejados de esto lo más posible.

—¿Recuerdas todo lo que debes responder cuando yo te interrogue?

—Sí —le contesto con fastidio al abogado.

Llegamos hace unos pocos minutos a la sala, primero que los demandantes y demás asistentes.

—¿Con qué se quedaría el señor Boat en caso de...

No puedo terminar de hablar porque escucho la puerta de entrada abrirse. La primera en entrar es su abogada y giro la cabeza antes de tener que cruzar una mirada con él.

Tengo decenas de preguntas y siento que de verlo, tendría que acercarme a él para hacérselas.

La siguiente en entrar por la otra puerta es la jueza, quien sin algún protocolo invita únicamente a los abogados a ponerse de pies.

—El informe del especialista psicológico se resume en que la memoria del señor Andrés está en perfecto estado —lee en voz alta.

¿Perfecto estado? Pero si le dije al tipo la verdad sobre mi estado mental.

—¡Orden! —grita la jueza, a la par que golpea su mazo por el desorden en la sala—. Sin embargo, el especialista médico señala que el señor Mario Andrés sí estuvo sometido a una operación por cáncer de estómago. Pregunta para el señor Boat —indica la jueza—. Además de la operación, ¿qué otro tratamiento se realizó el señor Mario Carotelli?

—Radioterarapia, su señoría. Por seis semanas, la cual comenzó la tercera semana de agosto y concluyó la última semana de septiembre —responde.

Oh, por Dios. ¿Cómo mi madre no está enterada de algo así?

—Señor Carotelli, por favor, póngase de pie —pide la jueza y obedezco—. En la audiencia previa a esta y bajo juramento, usted aseguró en este estrado que fue una operación de hernia umbilical. ¿Está conciente usted de que cometió perjurio?

—No recordaba que fuera el cáncer, su señoría.

—No recordaba que fuera el cáncer, ¿por qué? ¿Acaso tiene una clase de amnesia? Porque, ¿quién puede olvidar que fue operado y sometido a tratamiento de radioterapia?

¿Que debería responder en este caso? No soy más culpable que mi abogado o mi madre. Lo único que puedo decir a mi favor es que simplemente respondí lo que me dijeron.

—¿Recuerda usted o no haber estado en Japón para someterse a un tratamiento de ese tipo, señor Mario?

—No lo recuerdo, señoría —confieso.

Estoy quedando mal frente a todos los desconocidos. Pero lo peor del caso, es que ahora siento que me conozco un poco menos.

La jueza termina de tomar nota y se dirige a la abogada demandante para saber sí habrá preguntas, quien responde que sí y explica porqué lo hará. La jueza, muy interesada, decide hacerme pasar al estrado.

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