Dos días fue lo que tardó la jueza en hacer que Mario fuera con los especialistas y para ese mismo día por la tarde convocó a la sesión. Quise creer que todo se estaba dando rápido por el simple hecho de que así tenía que pasar, pero todo era resultado de los hilos y favores que se estaba cobrando José Rivero.
Nunca estaré suficientemente agradecido con él.
Para nuestra sorpresa, al llegar a la sala del tribunal, ya están Mario, sus abogados y su "familia" esperando. Incluso, su esposa.
—Que vil y descarado es Charmand —opina Rebecca en un tono poco audible—. Si quiere jugar sucio, hoy será su día.
Amo la confianza de mi abogada. El día que salimos de la primera audiencia, no me sentía muy confiado en el proceso. Ella me aseguró que aunque perdamos, lo importante es que podamos establecer un puente con Mario Andrés.
Para hoy, Rebecca piensa introducir una petición para que Mario Andrés y yo tengamos una reunión en privado. En caso de que él se niegue, tendremos que usar el as bajo la manga. A eso se refiere ella al decir "jugar sucio".
—Por favor de pie para recibir a su honorable señoría —pide el alguacil.
La mujer entra, se sienta e invita a qué hagamos lo mismo. De forma discreta, veo al abogado de Mario mover algunos papeles sobre la mesa y hablar de cuando en vez con su asistente, lo que me hace pensar en por qué Rebecca no tiene uno.
—Para una mujer es difícil que la reconozca por su trabajo, imagínate lo peor es que puede ser para una mujer transgénero. Aunque busque la ayuda de una misma mujer, siempre dirán algo como: tienen que ser dos para que puedan vencer a un hombre.
—Y Rebecca San Juan no se deja rebajar por nadie.
—Eres todo un adivino, querido —guiña un ojo de manera presuntuosa.
La jueza lee los papeles por unos segundos, hace algunas anotaciones y luego levanta la cabeza para hablar.
—El informe del especialista psicológico se resume en que la memoria del señor Andrés está en perfecto estado.
Las voces comentando no se hacen esperar en la sala, ya sea la algarabía del lado de Mario y sus acompañantes, de mis amigos o de los curiosos que de seguro deben ser de la prensa de forma clandestina, ya que no pueden tener cámaras dentro de la sala.
—¡Orden! —grita la jueza, a la par que golpea su mazo—. Sin embargo, el especialista médico indica que el señor Mario Andrés sí estuvo sometido a una operación de cáncer de estómago. Pregunta para el señor Boat —indica la jueza y mi abogada hace que me levante—. Además de la operación, ¿qué otro tratamiento se realizó el señor Mario Carotelli?
—Radioterarapia, su señoría. Por seis semanas, la cual comenzó la tercera semana de agosto y concluyó la última semana de septiembre —respondo.
—Señor Carotelli, por favor, póngase de pie —pide la jueza y él obedece—. En la audiencia previa a esta y bajo juramento, usted aseguró en este estrado que fue una operación de hernia umbilical. ¿Está conciente usted de que cometió perjurio?
—No recordaba que fuera el cáncer, su señoría.
—No recordaba que fuera el cáncer, ¿por qué? ¿Acaso tiene una clase de amnesia? Porque, ¿quién puede olvidar que fue operado y sometido a tratamiento de radioterapia?
Mario se queda inmutado, inmóvil. Estoy casi seguro que debe estar con ganas de matar a su madre o a su abogado porque puede estar metido en un gran problema por mentir, así sea involuntario.
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Enséñame a Vivir II
RomansaUn año ha pasado desde que Jonah Boat fingió su muerte para recuperar lo que por derecho le corresponde y hacer justicia por todo lo malo sucedido. Pero, más allá de eso, por la remota posibilidad de recuperar a su familia. Cuarto y último libro de...