Primera vez desde que tengo uso de mi actual memoria en que duermo lejos de mi esposa. La verdad, no se siente muy diferente a estar con ella: duermo unas pocas horas a causa del insomnio, doy vueltas en la cama, me levanto cada cierto tiempo a ver a los niños, o cualquier otra cosa que me permita distraer la mente y forzar mi cerebro a que traiga de regreso mis recuerdos pasados.
Sofía entiende y respeta, de tal forma que me da algo de miedo, el hecho de que no quiera compartir ni siquiera el mismo oxígeno con ella. La única razón por la que me quedé fue para poder estar con mis hijos y saber cómo están las veces que me dé la gana.
Tan pronto como la mañana muestra la luz natural del día, me levanto de la cama para darme una ducha y alistarme para la reunión. Como es de costumbre, Sofía tiene el desayuno listo y regresa a la habitación con los niños apenas entro a la sala de la suite.
Me siento a desayunar mirando los minutos en reloj cada cierto tiempo, con la idea errada de que tal vez así el tiempo establecido para la reunión se cumpla.
Apenas termino, dejo los platos y las copas en la mesa rodante donde traen el room service y me dirijo a la habitación de los niños para pasar el resto del tiempo con ellos. Sofía intenta salir, pero la detengo.
—No tienes de donde están tus hijos —opino—. O de donde está Kenneth, mejor dicho —le digo, al mismo tiempo que cargo a mi hija.
—Yo siento a María Fernanda...
—¡Oh, vamos! —interrumpo—. No me vengas con esa... tontería que sientes a María Fernanda como tu hija, porque si yo no me enteró de la verdad, ella nunca lo sabría.
—¿Se lo piensas decir en algún momento?
—Es una verdad que le corresponde saber —respondo sin dudar—. No entiendo que tiene esta familia contra la verdad u ocultar información.
—Son cosas diferentes, Mario Andrés. A veces, ocultar información nos ayuda a proteger a quiénes amamos.
—Y la verdad siempre nos ayuda a mantener los valores que una relación necesita —refuto—. En una relación es necesaria la confianza y la honestidad. Ambas, ya las perdiste conmigo.
—¿Eso quiere decir que... nos vamos a separar? —cuestiona, sus palabras saliendo como si le costara respirar.
—No lo sé, Sofía. Por ahora, me resulta más importante ocuparme del presente que preocuparme por el futuro.
Ella se limita a asentir y sale con la niña de la habitación.
Si de plano no me sentía cómodo con ella en muchas cosas, ahora mucho menos.
🎶
El tiempo pasó más lento de lo que me hubiese gustado, pero finalmente llegó el momento de la reunión. Esperé a que todos estuviesen en la reunión, incluso a mi tía Atenea que sigue sin aparecer. Sin embargo, no puedo seguir esperando ni tener a otras personas esperando por mi.
Ingreso al piso de presidencia y las primeras en percatarse de mi presencia son las secretarias, que no quitan su cara de sorpresa al verme. ¿Por que tendré tres secretarias?
—Se... señor Mario —balbucea una de ellas.
—Buenos días —saludo—. En lo que termine la reunión ejecutiva, me reuniré con ustedes para que me pongan al día con mi agenda —comento y las tres asienten.
Abro la puerta de la oficina tratando de calmar la ansiedad que me produce liderar un grupo de extraños que prácticamente no conozco y querer integrarme a un trabajo que no recuerdo del todo. Según él neurólogo, todo lo referente a mi trabajo y los estudios no se olvidan con la amnesia. La verdad es que cuando trato de recordar algo referente a ello, no me viene nada a la cabeza.
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Enséñame a Vivir II
RomanceUn año ha pasado desde que Jonah Boat fingió su muerte para recuperar lo que por derecho le corresponde y hacer justicia por todo lo malo sucedido. Pero, más allá de eso, por la remota posibilidad de recuperar a su familia. Cuarto y último libro de...