Capítulo Final

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Jonah.

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2 años.

24 meses.

104 semanas.

730 días.

El tiempo exacto que ha pasado al día de hoy desde que Mario Andrés y yo nos separamos.

¿Quién diría que el día más triste de su vida se convertiría también en el mío?

Lo peor del caso fue haberlo encontrado de nuevo y que él simplemente no supiera quién soy. Y aunque intenté recuperarlo, solo perdí el tiempo en una demanda que me dejó más roto, cansado y dolido que al principio.

Después de que Mario Andrés me besó y huyó de mi, sentí que mi vida solo tendría sentido por y para mis hijos. Por eso, cuando la jueza falló a favor de él, acepté en silencio.

¿Fue una sorpresa? La fue. Todo parecía indicar que teníamos mucho a nuestro favor y ganaríamos. Sin embargo, la jueza explicó de que el abandono de hogar por parte de Mario Andrés es involuntario debido a su amnesia y no hay un fundamento legal para ello. Aún así, sugirió que introdujeramos una demanda de divorcio.

Todos estaban de acuerdo, incluso su padre, en que debía introducir esa demanda. Pero eso no es lo que yo quiero. Durante todo este tiempo he tenido la certeza de que llegará el día en que nos reencontraremos en algún momento. Tal vez él recupere la memoria y me busque; tal vez no la recupere y sea esa curiosidad que lo hizo besarme que lo haga buscarme. Lo importante es que de alguna u otra forma, lo haga.

No sé cuánto tiempo esté dispuesto a esperarlo o si realmente podré amar a alguien como siento que lo llegué a amar a él y como ahora mismo lo siento. De lo que estoy seguro es que, por los momentos, no me siento con ganas de querer conocer a alguien más.

Por eso es que durante este año, me he dedicado a trabajar y atender a mis hijos. Mi madre estuvo de acuerdo en mudarse a California con nosotros para atender el bar y restaurante que abrí junto a Mario hace un tiempo, así no tenía que viajar constantemente para estar conmigo y con sus nietos.

Los que siempre están viajando son mis amigos: Stephanie viaja por trabajo y aprovecha a visitarme cuando lo hace (así no gasta en hoteles); Sabrina o Lucas siempre que su horario se lo permite; Dilan y Pablo, José y Christina en las fechas importantes; Kelvin y Perseo una vez al mes. Y Don Marco, que nos visita cada quince días, mientras pasa el resto del tiempo con sus nietos de sangre.

Lo malo de la visitas de mi suegro, era que en muchas ocasiones se dedicaba a hablar de las ganas de matar a Olimpia y de Mario Andrés. Todas las veces era eso, hasta que un día le tuve que decir que parara de hacerlo. Puede que él necesitase ser escuchado, lo malo es que lo estaba haciendo con la persona menos indicada.

Un tiempo después de eso, tuve que ser yo quien sacara a Mario Andrés como tema de conversación. A él le sorprendió y estuvo dispuesto a escuchar, aunque no era para lo que él esperaba.

Una de las razones que yo tenía para no pedirle el divorcio a Mario, además del hecho de esperar a que un día regrese a mi, es que nada de lo que me "corresponde por ley" lo he trabajado, así que considero injusto quedarme con algo por el cual no me esforcé.

Aún así, algo que sí quería como de mi propiedad sin que fuera profanado por Olimpia, uno de sus hermanos o incluso Mario Andrés con su supuesto matrimonio feliz, fue el lugar donde nos casamos. Por eso, estuve seguro de ser lo único que le pediría a Mario a través de su padre y, para mí sorpresa, la semana siguiente después de la conversación, Don Marco regresó a visitarnos y trajo consigo el documento con el traspaso a mi nombre.

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