Capítulo 16

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—Repasemos esto una última vez.

Olvidaba lo pesado que podía volverse algo tan simple con Dilan. 

Tuve que modificar mi plan original porque a todos les dió un ataque de heroísmo y quieren estar involucrados hasta en lo mas mínimo. A la única que dejé por fuera aunque quería otra cosa fue a mi mama. De hecho, si pudiera hacer las cosas solo, no estaría arriesgando la vida de ninguno de ellos. 

Lamentablemente, Perseo es mi salvoconducto, además de ser el cerebro informático. Kelvin y Lucas son los únicos que me pueden detener de cometer una estupidez y, bueno, los demás son buenos agregados. 

Por un lado, están Santiago y Carlos con los contactos en la policía y la pandilla a la que el mayor perteneció en algún momento. Sabrina y sus contactos en todos lados, la que nos surtió de armas (nunca se sabe, pero espero que no debamos usarlas). Stephanie que hará la sustracción de ser necesaria. Y Pablo, el mas inteligente de forma razonable, no puede faltar.

A Dilan, por otro lado, le toca alto tan sencillo y simple como usar sus encantos masculinos para tener una pequeña escapada con el jefe de seguridad y dormirlo en el proceso. No es algo del otro mundo.

—¿Y si descubre que soy una farsa? Me puede violar y matar. O peor, puede hacerlo al reves.

—Eso es asqueroso —se queja Stephanie, con cara de disgusto—. ¿Seguro que confías en este tarado para esto?

La verdad no mucho, pero es nuestra única opción. El mastodonte que Mario contrató para sustituir al homofóbico jefe de seguridad que teníamos, resultó ser precisamente un discreto enclosetado con tendencia a los enanos, delgados e inocentes como Dilan.

—Yo podría hacerlo —sugiere Lucas.

—Podrías, pero no. El tipo es casado, con hijos, no declarado y que le gusta dar la apariencia de un hombre duro. Si tiene esa confianza con Dilan es porque él de alguna manera, inconscientemente, le ha dado a entender algo.

—¿Yo? —se pone una mano en el pecho, haciéndose el ofendido—. Yo no.

—Sí lo haces, amor —confirma Pablo.

—No lo he visto con su jefe, pero lo he visto con otras personas —opina Stephanie—. Y sí lo hace.

—Todos sabemos que el fideo es un escurridizo —se burla Sabrina.

—Bueno, te lo explico por última vez: te llevas una botella de vino con solución fisiológica para dormir, le ofreces una copa, él aceptará y por "accidente" derramas la copa en tu traje. Con la cara mas sensual y sugerente posible, le pides que te ayude a limpiarte la camisa y te llevas la botella contigo al baño. En el baño, le pides que te ayude a quitarte la camisa y cuando vea esa espalda blanca, sensual y con algunas pecas rubias, no podrá resistirse. Jugueteas con él un poco, le ofreces vino y listo. A dormir como un bebé.

—Ya va —me pide—. Mi mente no deja de pensar en el "por accidente". 

Suspiro amargamente y me muerdo la lengua para no decirle algo que pueda herir sus sentimientos.

—Nos toca el plan B —me levanto de mi asiento y me apoyo de la mesa—. Tendremos que...

—Está bien, lo haré. Stephanie que me ayude con el accidente. 

—¡Señor, gracias por oir mis oraciones! —exclamo—. Bien, faltan dos semanas para el evento y necesito que en diez días estés listo. ¿Cuento con eso?

—Que sí, pesado —responde molesto y se levanta para irse de la sala.

Que humor.

—Nosotros tenemos que irnos —se levanta Carlos e invita a Santiago a hacer lo mismo—. Me avisas sobre los resultados de las reuniones.

Enséñame a Vivir IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora