El Recuerdo De "Los R"

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Desde pequeña he sido amante del baile contemporáneo, siempre había sido parte de mí el estar conectada con la música y dar cada paso conforme a ella.

Mamá siempre se decía que se podía bailar sin música, solo con seguir las melodías de tu corazón. Ella era bailarina, una excelente y entusiasta bailarina que llenaba de vida cualquier lugar al que iba. El resplandor que soltaba ella, era el mismo de mi hermana Camile. Ambas eran carismáticas al momento de bailar, como si fuera el disfrute mas bello de la vida y nada mas importara más que el siguiente paso que sigue del anterior.

Mi padre era distinto, el podía contagiarte su felicidad por sus nuevas canciones, sus nuevos recorridos por ciudades y sus nuevos conciertos. Si bien no bailaba, sabía entonar canciones buenas para que mamá lo hiciera. Era fanatico de volver country cualquier canción existente que le gustara, razón por la cual se volvió tan conocido y querido.

El pequeño Ronnie era un artista innato, cualquier pared vacía era su nuevo lienzo. Incluyendo mi habitación.

Lo extraño era que todos poseían un nombre que iniciaba con la letra R, excepto yo.

Mi padre: Robert.

Mi madre: Romina.

Mi hermana: Rose Camille.

Mi hermanito: Ronnie.

Y yo, Olivia. Era algo que a veces atribuia como bueno. Pero aún así eramos "Los R"

La familia Raynerson.

Todo el brillo qué transmitimos juntos, todas las melodías, los bailes, las pinturas, las fiestas. Todo se había esfumado aquel sábado por la noche.

Aún me costaba asimilar que ya no estaban. Si tan solo los hubiera convencido de no subir a ese auto una vez más y que se quedaran conmigo.

Hablar de mi familia siempre me dibujaba una sonrisa. Hoy en día no podía intentarlo sin que se formara un nudo en mi garganta.

Después del accidente todo cambió para mí. No pude volver a bailar sin entrar en una crisis donde me invadian recuerdos, me alejé de mis amigos y mi familia. Me alejé de la música. Lo que se suponía de debió ser mi escape, terminó siendo una rafaga de tortura solo al momento de intentar escuchar incluso las canciones que a mi padre le encantaban.

La casa en la que solíamos vivir me atormentaba, no podía estar ahí sola. El silencio me mataba, saber que no habría nadie esperandome al llegar y el hecho de que nada volvería a ser como antes. Entonces me mudé de ciudad y comencé una nueva vida con una nueva carrera: La actuación.

Actuar no era tan dificil como el baile, y me ayudaba a estar de cierta forma conectada con el arte, esa palabra de cuatro letras que describía a mi familia.

Después de dos años me volví una actriz reconocida en mi estado. Mis papeles nunca iban mas allá de ser la villana. Y en el fondo, así me sentía en mi propia historia.

Mi depresión y amargura me mantuvo alejada de aquellos que llamaba "seres queridos".

Por más que lo intentaba, no podía seguir sin ellos. Mi vida se había pausado indefinidamente. Pensar en mejorar mi vida parecía un lujo egoista que no me podía permitir, ser miserable me hacía pensar que era justo lo que merecía.

Y aquí estaba, frente a esas cuatro lápidas con cuatro plantitas de hierbabuena. Nos encantaba ese té y lo solíamos tomar todas las mañanas frente a la gran ventana de la sala, escuchando a papá contando alguna anécdota con sus amigos.

Mis lágrimas comenzaron a salir. No había un solo día en el que no dejara de pensar en ellos. A veces incluso... Me atacaba el pensamiento de ir con ellos. Pero siempre había una razón que no me dejaba continuar. Me gustaba pensar que eran señales de mi hermana diciéndome "sigue, Olí".

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