La Vida Continúa

7 1 0
                                    

—¡Qué hermoso está! —respondí sonriendo mirando hacia la cámara de la computadora.

—Lo sé, tiene el rostro de mi madre —dijo feliz sosteniendo al gran Derek en sus brazos.

Tenía razón, a pesar de no estar tan grande, Derek ya mostraba gran parecido a la tía Susan.

—¿Como está ella? —pregunté cambiando mi tono de voz a uno más tranquilo.

—Bueno... A comparación de hace meses, está mucho mejor. Ya se divorció de papá y... El ya se va a casar con nuestra tía.

Después de tanto ocultarselo a sus hijas, la tía Susan por fin les dijo la razón de su divorcio, algo que no se tomaron nada bien, pero supieron como solucionarlo.

—¿Te gustaría ir a arruinarle la boda? —bromee con ella.

—No sabes cuanto lo deseo. Ponerle laxante al pastel y que esa boda se arruine como lo hizo con nuestra familia... —pausó un momento y volvió a hablar —. Bueno, gracias a este pequeño diablo, somos mucho más felices. Y espero que el jamás sepa de la existencia de su abuelo y su tía, su vida estará mejor sin ellos.

América le dio un beso a su bebé y segundos después entró Alex.

—Mer, debemos irnos, es hora ir a cenar con mis padres.

América cambió su semblante a uno nervioso y regresó su mirada hacia mí.

—Me tengo que ir, deseame suerte.

—Rompete una pierna —dije antes de colgar la llamada. Estiré mis brazos y levanté mi mirada hacia el cielo. Me tumbé nuevamente en la cama para dormir un poco más apesar de ser muy temprano.

—¿Cansada? —preguntó Daniel entrando a la habitación.

—Aún no me acostumbro al horario.

—Bueno, puedes dormir más tiempo, o venir conmigo a la ducha —propuso Daniel. Aquello sonaba tentador.

—O puedes venir a la cama conmigo —propuse yo tentando el lugar junto a mí.

—Tú ganas —dijo el para lanzarse directo hacia mí. Se acercó para darme un beso pero lo alejé.

—Me arrepentí, si quiero ducharme.

El comenzo a reír pero antes de que me pusiera de pie, este me jaló hacia él.

Cuando los besos se volvían más tiernos y duraderos, el teléfono de Daniel sonó.

—Si, ¿Diga?

Daniel giró hacia mí con una sonrisa.

Después de unos segundos colgó.

—¿Qué pasá?

—¿Recuerdas a Los Thompson?

—La familia de Henry Thompson el cantante, como no hacerlo.

—Oliver, su hermano es un amigo mio muy cercano. El me ayudó a llevar la empresa hotelera cuando pasó aquel alboroto.

Lo miré confundida.

—No te entiendo pero te miras muy feliz.

—El idiota por fin se enamoró y quiere traerla a Italia para distraerla. Invitaremos a más personas para divertirnos unas semanas, ¿Te parece?

Sonreí.

—Me parece bien. Llamaré a Mer, Alex, Michelle y a tu hermana.

—Perfecto.

Daniel salió de la habitación mientras yo me quedé ahí, pensando en todo lo lindo que había sido nuestro viaje solos. Sabía que tarde o temprano terminaría pero nunca estaba demás sentirse triste por añorar algo que todavía no se iba de ti.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora