Reunión Familiar - Especial De Navidad

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Estaba sentada en la sala, frotando se las manos por el frio. Fui directo a la cocina para hacer un poco de té para las dos. Necesitaba calmarme después de lo que había dicho Michelle.

—¿Como has estado? —preguntó. Se puso de pie y se dirigió hacia la cocina, se colocó en el marco y solo me observaba —te noto diferente.

No dije nada. Me dirigí hacia la alacena y saqué dos bolsitas de té.

—Oli —me llamó, pero seguía de espaldas preparando el té —. Olivia.

Tomé mal la tetera y terminé por quemar mi mano. Solté la tetera y cayó al suelo. Llevé mi mano hacia la boca tratando de calmar el dolor con un poco de aire, me acerqué al fregadero y abrí el grifo para que cayera agua encima.

—También te extrañé —soltó detrás de mí. Cerré el grifo y giré a verla. Tenía lagrimas en los ojos al igual que yo.

Me acerqué hacia ella y le di un fuerte abrazo, ella lo correspondió con la misma fuerza. No quería soltarla, estos meses sin ella habían sido tan vacíos para mi. Incluso me culpaba por haberme abierto para volver a sentir y tener que sufrir esto, pero la verdad era qué no me arrepentía de absolutamente nada.

Recogí la tetera y terminé de hacer los tés para comenzar a charlas en la pequeña mesa qué tenía en mi comedor.

—Supe que obtuviste un casting para una película —dijo Elizabeth mientras le daba un sorbo al té caliente.

La miré sorprendida. No recordaba ese casting, había sido hace días.

—Mierda —murmuré.

—¿Qué ocurre?

Me pasé la mano por el cabello.

—Realmente no recordaba ese casting, pasaron tantas cosas estos días que no me pasó por la cabeza.

Dejé las manos en la mesa y ella las tomó.

—Descuida, no te irás a la quiebra —bromeó.

Sonreí un poco.

—Cuéntame de ti. ¿Como has estado?

Elizabeth borró su bella sonrisa y en su lugar, me mostró un rostro agobiado y triste.

—Hecha mierda —dijo sin más.

Tenía curiosidad por saber que había pasado en estos dos largos meses, realmente nunca tuve noticias de nadie. Elizabeth solo me texteaba para preguntarme por sus mascotas pero a veces no me contestaba por semanas.

—Pero... Creo que por fin ha terminado —suspiró dejándose caer hacia el respaldo de la silla.

Mi mirada vacía giró hacia ella.

—¿terminó? —apenas pude decir la palabra.

—Algo así —se reacomodó en el asiento —. Rupert aceptó divorciarse de mi abuela, por fin.

—¿De verdad? ¿Como sucedió?

—No tengo ni puta idea, un día como todos en el comedor, solo soltó los papeles frente a mi abuela y se fue segundos después. Aunque... Daniel no se notó sorprendido.

Oír su nombre era como escuchar una dulce melodía, pero a su vez me estruja a él corazón.

—¿Entonces por eso volvieron?

Elizabeth negó y suspiró.

—Oli... Daniel dejó inmediatamente la empresa en cuanto pudo hacerlo, quiso regresar ese mismo día. Pero no he tenido noticias de el desde entonces? Por eso vine, lo estoy buscando.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora