¿Obligaciones O Sueños?

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Para Daniel, la actuación era lo que para mí el baile. Era su escape, si lugar seguro, su manera de expresarse contra el mundo.

No poder hacer lo que más amas, es una forma lenta y dolorosa de morir.

Parar la producción de la película era realmente serio, a todos nos afectaría, pero tener que rehacerla sería peor.

—¿Qué tanto tiempo puedes prolongar la producción para que eso no ocurra? —pregunté.

—No lo sé, haré lo que esté a mi alcance. Ahora debo avisarles a todos, ¿Tu estarás bien?

—No te preocupes por mi, estaré bien.

Ella sonrió feliz.

—Si no te sientes segura de esperarnos, entendería si quisieras buscar otro proyecto.

Negué rápidamente con la cabeza.

—Escuchame, harás esa maldita película y Daniel estará ahí. Te lo prometo.

Elizabeth tenía la mirada frágil, como si quisiera romper en llanto, pero se contuvo.

—¡Elizabeth! —gritaron detrás de nosotros.

Marta se acercaba y detrás de ella, Daniel.

—Querida, necesito tu ayuda con algo urgente —tomó a Elizabeth entrelando sus brazos y caminaron hacia la mansión. Ahí me encontraba, viendo a Daniel con su gran abrigo negro qué últimamente usaba. Siendo el mismo de siempre y mostrándome su habitual sonrisa. El hecho de que supiera que esa sonrisa no era real, me hizo acercarme a darle un abrazo.

El lo correspondió y se refugió en mí. Ese momento fue tan extraño para mí, era una manera de saber cuanto Daniel me quería, pero a su vez se sentía como una despedida.

Pensar en eso me hizo separarme.

—No me abraces así, como si me dijeras adiós —le supliqué —. Hace qué mi corazón duela.

El agachó la mirada.

Tomé su rostro y lo alcé.

—Sabrás manejar esto, estoy segura.

—Espero que tengas razón —dijo con sarcasmo haciéndome esbozar una pequeña sonrisa.

Comenzamos a caminar hacia la entrada.

—Me iré esta noche.

Por más seguridad qué fingía ante ellos, realmente solo escondían mi miedo a que Daniel no volviera, o peor aún, perdiera lo que más ama.

Solo pude asentir.

—Asegúrate de traerme un recuerdo —bromee.

El no lo tomó a broma, y lo entendía, estaba segura de que el también pensaba lo peor.

***

Estaba recorriendo una de las habitaciones donde Daniel solía quedarse, me llamó la atención ver un estante lleno de películas. Lentamente pasaba mi palma por pequeños muebles o juguetes qué decoraban la habitación.

Al escuchar qué alguien había llegado, di un giró. Daniel estaba en la puerta vestido con un traje qué parecía ser más caro que mi auto, ni hablar de los zapatos. Se veía tan atractivo qué estaba segura que modelar sería otro de sus dones escondidos.

—Dime que me darás trabajo de secretaria si te quedas como director. Te ves realmente guapo.

Se había dejado crecer un poco la barba por lo que su semblante haría temblar al menos a cualquier persona que lo viera.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora