Sentir Tu Dolor

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Ante la propuesta el quedó sorprendido, así que repidamente traté de explicar lo que acababa de decir.

—Me refiero... A que te quedes a dormir. No pasa nada si te quedas, tengo ropa grande que te quedará bien y puedes dormir en mi habitación si quieres.

Daniel lo pensó, se miró de pies a cabeza y siguió pensando.

—¿De verdad tienes ropa para mí?

Sonreí un poco.

—Te dejo bañarte y ahorita te traigo la ropa, ¡Te va a encantar!

Daniel asintió y cerré la puerta.

Fui a mi habitación y abrí mi closet, una vez había pedido una pijama por Internet pero me quedó demasiado grande. Nunca pensé usarla así que la guardé y pedí otra igual.

La tomé y fui al baño donde estaba Daniel, toqué dos veces y abrí la puerta cerrando mis ojos.

—La pondré aquí

Daniel no respondió así que cerré la puerta.

Había un baño extra en el piso de abajo junto con otra habitación qué no tenía cama o algún mueble. Estaba algo abandonada pero el baño estaba completo y limpio.

Me duché y me puse la pijama qué era similar a la de Daniel.

Al salir, subí a la habitación y vi que la puerta aún seguia cerrada. Me senté en la orilla de la cama con vista a la puerta del baño.

Minutos después apareció y no pude evitar reírme.

La pijama era rosa con un gatito enojado estampado en la camisa y varias patitas en el pantalón. Se veía tan tierno.

—¡Se te mira hermosa! —exclamé entre risas.

Daniel cerró los ojos.

—Es que a mi todo me queda bien —dijo de pronto.

Me sorprendió su comentario.

—Muy bien, señor seguridad.

Observó mi pijama y vio que era idéntica.

—No se te ve tan mal —bromeó.

Daniel se ofreció a limpiar el baño y yo a hacer de cenar. Bueno, pedir comida.

Cuando Daniel bajó, minutos después había llegado la pizza.

Nos sentamos en el sofá y abrimos la caja. Tomamos una rebanada y le dimos un mordisco.

—Sabe deliciosa —mencioné saboreando cada bocado.

—Es porque no has probado la qué hago yo.

Giré a verlo.

—¿Sabes cocinar?

—Estoy bromeando, no sé hacer pizza —le di un golpe en el hombro.

Pusimos una de las primeras películas donde participé como el papel de una amante, de vez en cuando me vergüenza que viera esta película.

Llegamos a una escena donde el personaje principal se dejó llevar y comenzó a besarme y desvestirme.

—¿Podemos ver otra cosa? —pregunté intentando tomar el control.

Daniel lo tomó primero.

—Yo la estoy viendo, es interesante.

No duró mucho la escena.

Al final de la película mi personaje muere atropellado, como cuando una mala persona obtiene lo que merece.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora