Duarella

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Después de la fiesta, Alex y América se fueron en su auto rumbo al aeropuerto para su luna de miel. Todos nos despedimos y después de unas horas, ya íbamos de camino a casa.

Eran las dos de la madrugada y sentía que mis ojos se querían cerrar. Daniel conducía algo cansado por lo que puso música para distraerse.

Comenzó a sonar "Perfect two"

Una canción demasiado cursi para mi gusto, la quité de inmediato.

-¡Oye! ¡Pero si es muy buena!

-Su letra hace que me de diabetes -respingué.

Daniel suspiró como si tratara de tener paciencia.

Segundos después comenzamos a reír un poco.

-Elige una, entonces.

Comencé a picarle al estéreo hasta encontrar una de mi agrado.

"Cinnamon de Jone"

Esta canción me transmitía la calma qué necesitaba después de este fin de semana tan alocado para mi gusto. Recargué la cabeza sobre el asiento, estaba cansada, tanto física como mentalmente. Una figura paterna acababa de desilusionarme por completo y el corazón de mi figura materna acababa de romperse. ¿Como se suponía qué debía tomar eso después de tanto que habíamos pasado juntos?

Era algo difícil para mí. No pude evitar que salieran lágrimas.

No quería que Daniel me viera por lo que giré mi cabeza hacia la ventana, viendo técnicamente nada. Estaba tan oscuro y tranquilo.

Sentí su mano tocar la mía qué estaba en mis piernas. Su tacto hizo qué volteara sin pensar.

Vio mis ojos algo hinchados. Pasó su mano hacia mi rostro y con su pulgar me limpió una lágrima.

-Mi casa queda más cerca, quedémonos ahí.

Asentí, la verdad es que tenía tanto sueño qué no pude negarme. Y me di cuenta que dormía más cómoda cuando era con él.

Volvió a tomar mi mano y no la soltó hasta que llegamos. Cuando volví a mis cinco sentidos, noté lo cursi qué era esto.

-A veces me desconozco -bromee.

-Tranquila -dijo con una sonrisa -. Mientras no cantes una canción cursi frente a todos para demostrar que quieres a alguien, entonces no has llegado al nivel máximo de ser cursi.

-¡Dios! Eso sería demasiado para mi ser. Prefiero cantar el himno nacional chino.

-Amaría escucharte cantar en chino.

-Bueno, que mal que no soy tan cursi.

Estacionamos el auto en el garaje y cuando salimos del auto, sentí una necesidad de besarle. Solo de verlo pasarse la mano por el cabello, quitarse la chaqueta y cerrar la puerta del garaje. Eso fue suficiente para mí.

Nunca había sentido esa necesidad tan pronta de querer lanzarme hacia el sin razón alguna, y ahora que podía, no me contuve.

En cuanto abrió la puerta qué daba hacia su cocina, lo tomé del cuello y lo besé bruscamente.

No como aquellos besos lentos y tiernos. Este era más apasionado y ruidoso, más excitante para ambos.

El no se inmutó, rodeó mi cintura con sus manos y me apegó hacia el. Sin despegarnos entramos hacia la cocina, la manera en la que cerro la puerta con una patada me provocó una pequeña sonrisa.

Comenzamos a reír aún estando cerca. Me pegó a la pared y continuó besandome, pasó sus besos hacia mi cuello, desabotonando mi camisa con sus manos. Eso hizo que mi respiración se alocara. Fue entonces que sentí algo tocándome el pantalón.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora