-¿Qué haces aquí?
Me puse nerviosa, miré a mi alrededor y miré estantes de libros por doquier.
-Es una biblioteca. Es obvio que vine a leer.
El chico sonrió.
-¿En serio? ¿Con la luz apagada y sin libro?
¿Es que últimamente mi cerebro no funcionaba bien?
Sonreí un poco y lo observé.
-¿Y ustedes? ¿También vinieron a leer?
-Esta... Cariño, es mi casa.
-Entonces no entiendo como estas aquí en lugar de ir a cambiarte -me puse de pie -. En fin, tu no me das explicaciones y yo tampoco te las doy. Linda biblioteca.
Caminé hacia la salida, antes de cruzar giré a verlos.
-Respeten un poco, se supone que es una cena de beneficencia, no una fiesta clandestina.
Salí de ahí pensando porque les había dicho eso si prácticamente había hecho lo mismo. Por lo que fuera, no me quitaría a ese idiota de encima hasta irme de aquí.
La cena finalmente comenzó. Todos estaban sentados en las mesas redondas con mantel blanco. Elizabeth me había preguntado si había podido hablar con él, solo asentí. Entendió la expresión qué tenía en mi rostro y puso su mano en mi hombro para confortarme.
¿Daniel de verdad haría eso?
¿Me alejaría así de simple?
Después de todo lo que habíamos vivido y lo que me había costado abrirme, nuevamente sentía el dolor de perder a alguien.
No podía imaginarme un día en el qué no estuviera el. Y estaba segura de que el tampoco.
Mientras hacían brindis por varias cosas y aplaudían, se volvió a abrir la pista. Minutos después, la chica que había visto con Daniel se acercó a su mesa, el negaba con la cabeza pero ella insistía.
Me puse de pie y fui directo hacia su mesa, no sin antes tomarme la copa qué tenía.
Tomé la mano de Daniel y lo llevé a la pista.
-Olivia, ¿qué haces?
Nos coloqué justo en el centro y comenzó a sonar una canción de tango.
-Solo quiero saber si es cierto que bailas tan genial como dicen.
Daniel no hizo ningún gesto, solo se dejó llevar. Sentí su miedo, no sabía a que se debía, pero ahí estaba.
Comenzamos a bailar sincronizando cada paso al ritmo de la música. La pista comenzó a despejarse dejándonos libres.
Marta y Elizabeth nos observaban con cariño en su mirada, por otro lado, Rupert tenia una intensa mirada fría. Eso hizo que Daniel quisiera alejarse, al darme cuenta, lo tomé y lo apegué a mi.
-Por favor, vuelve a vivir conmigo -le supliqué.
Daniel respiró y segundos después siguió bailando, esta vez más apasionado qué nunca. Cada vez que nos acercabamos, nuestra respiración chocaba con el otro.
-No te vas a deshacer de mi tan fácil, Daniel Scott.
No dijo ninguna palabra. Cuando terminó la música, comenzó una canción lenta. Le dio la espalda a las mesas y me tomó por la cintura acercando su boca a mi oído.
-Tienes que irte. Rupert es peor de lo que creíamos, no puedo protegerlas de él si me voy.
Su confesión había sido como un ruido aturdidor. ¿A que se refería con eso?
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MIENTRAS BAILAS
RomanceDespués de la trágica muerte de su familia, Olivia decidió dejar el baile convirtiéndose en una actriz resentida y egoísta que logra ver el mundo de otra manera después de conocer a Daniel: su nuevo compañero de trabajo en el que se emparejara para...