Incomodidad.

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Tomé un baño para relajarme antes de ir a la despedida de soltera, Daniel iría a la de Alex así que también se estaba arreglando.

Saqué un vestido rojo de la maleta y mis cosas de maquillaje. Me comencé a arreglar mientras Daniel se bañaba. Estaba colocandome labial en el espejo cuando sale Daniel solo con una toalla enrollada en la cintura.

El cuerpo de Daniel siempre era atractivo y se veía bien con cualquier cosa, y ahora no tenia casi nada. Su cabello húmedo solo empeoraba las cosas.

Giré hacia el y caminé lentamente hacia donde estaba. Puse mis dos manos en su pecho y lo comencé a empujar hasta llegar al baño.

-¿Qué haces? -preguntó Daniel.

-Lo siento, pero mi corazón aún no está listo para esto. Eres demasiado guapo.

Daniel comenzó a reír.

-Mi ropa está afuera.

-Te la llevaré.

Tomé la maleta y se la llevé hasta la puerta. El la abrió para meterla y yo giré para seguir con lo mío, antes de cerrar la puerta, me llamó.

-Olivia.

Giré.

-Eres hermosa.

Cerró la puerta dejándome con el corazón alborotado.

Habíamos disfrutado estas dos horas en las que ya no escondimos nada el uno del otro, ambos podríamos mostrar libremente lo que sentiamos sin titubeos. Ninguna sabía que era lo que pasaría, y eso estaba bien, aunque aún sintiera miedo en lo más profundo de mi corazón.

Al terminar, bajé a esperarlo en el lobby del hotel.

Me senté en un sofá qué estaba cerca de la ventana qué hacia ver la oscura noche.

Mi celular sonó, era Elizabeth.

-¿Hola, Elizabeth?

-¡Hola! ¿Qué tal todo por allá?

-Mucho drama, ya sabes.

-Me imagino... Llamo para decirte que seas discreta con cualquier cosa, hay paparazzi en ese hotel.

-¿Cómo? No los he notado.

-Se mira en las fotos, son demasiado desprevenidas. Te enviaré las fotos.

-Esta bien, te marco después.

Colgué la llamada y segundos después recibí dos fotos.

Eran de cuando estábamos afuera del hotel cuando los autos ya se habían marchado.

Me veía algo irritada o incomoda y Daniel se veía girando la cabeza como si estuviera cansado o molesto. Recuerdo que no fue así pero la foto se interpretaba como una pelea.

Esta vez no me molestaba tanto, pero el hecho de que vengan hasta acá solo por una portada llamativa para una revista, me daban ganas de vomitar.

Saqué unos lentes de mi bolsa y me los coloqué. Miré hacia los lados para verificar que nadie estuviera tomándome fotos o algo parecido. No encontré a nadie.

Daniel salió del elevador y se acercó a mí.

-¿Nos vamos? -preguntó.

Lo pensé un poco pero asentí.

Caminamos hacia la entrada del hotel directo hacia el jardín donde se encontraban ambos eventos.

Seguía mirando hacia todos lados con las manos intranquila, a veces me rascaba mucho un brazo o me tronaba los dedos.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora