Si Puedes

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Sentía un nudo en la garganta.

Si para unos bailar era sencillo, para mi era una tortura.

No por que no me gustara, al contrario, lo amaba con todas mis fuerzas.

Pero siempre que lo intentaba, me hundía en los pensamientos de que mi familia ya no me observaba. De qué mis hermanos no me aplaudían o que mis padres me abrazaban.

Esto era una pesadilla.

—Oli —sonó en el fondo —. ¡Oli!

Giré a ver a Daniel.

—¿Por qué dices que no puedes?

—Por nada —sonreí mientras intentaba calmarme.

Daniel no quedó muy convencido.

Era tan Dulce qué no quería arruinarle el día contándole todas mis tragedias, tal vez tenía sus propios problemas por resolver.

Traté de contenerme mientras seguía en casa de Daniel, cuando lo único que quería era gritar.

Al terminar, Daniel me llevó a casa y llamó a alguien para ayudarme con lo del auto.

Al obtener mis llaves, abrí la puerta y dejé a Luna en la sala.

Daniel no estuvo mucho tiempo. Antes de irse, intercambiamos teléfonos para ir con su abuela a dejar a Luna ya qué yo estaría muy ocupada. Podría verla en mis descansos, solo esperaba que no me olvidara o algo por el estilo. En poco tiempo ya había desarrollado cariño hacia ella.

Mientras Luna dormía en una nueva camita qué compramos antes de venir, fui directo al baño y llené la tina.

Me metí y me recargué por un momento intentando asimilar todo.

¿Por que esto era tan difícil para mi?

Mi familia no estaba conmigo y cada vez me rompía más, no sabía cuanto tiempo aguantaría así.

Tenía bastante tiempo que no escuchaba las canciones de papá, tampoco veía los videos de mi madre con Rose Camille bailando en la calle o en el patio de nuestra casa, tenía mucho sin admirar los cuadros abstractos de Ronnie.

Tal vez a muchos les ayudaba ser cercanos a los recuerdos para sentirlos cerca, pero yo, yo solo sentía una agonía interminable.

Varias veces lo intenté pero, ¿Han sentido alguna vez la necesidad de abrazar a alguien y darte cuenta de que no puedes hacerlo?

Esa necesidad siempre venía a mí. Y quemaba cada vez que lo hacía.

Después de miles de intentos por tener su cercanía, hoy lo volví a intentar.

Busqué un video del cumpleaños de nuestro pequeño Ronnie, vestido de dinosaurio.

Al ponerlo, mis lágrimas no tardaron en salir. Pero esta vez fue diferente, esta vez sentí un abrazo cálido en el alma.

Tomé mis hombros haciendo el abrazo mariposa mientras veía el video.

Ronnie corría por todo el patio vestido de un dinosaurio.

Papá y yo le habíamos hecho una broma a mamá cambiándole el traje  de un huevo de dinosaurio por uno de un aguacate qué no tenía nada que ver, pero se lo dejó y disfrutó el día con su gran sonrisa.

Rose Camille además de ser una de las mejores bailarinas qué había visto, tenía un amor qué apenas estaba descubriendo y ese era el amor por el piano.

El arte para nosotros era una caricia suave para el alma. La manera en la qué todos congeniabamos aún sin tener el mismo gusto por algo, eso nos hacia conectar. A su manera.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora