Sentía que estaba secuestrada o algo malo había sucedido hasta que escuché una voz.
-Buenos días.
Era la chica que me había ofrecido agua la noche anterior.
-¿Como te sientes? -preguntó acercándose con mi ropa doblada en sus manos.
-Eh... Bien, gracias -me sentía confundida ya qué recordaba todo excepto el como había llegado aquí -¿En donde estoy?
Ella sonrió amablemente y dejó la ropa en la orilla de la cama.
-Estas en mi casa, ayer estabas tan ebria qué te quedaste dormida en tu auto cuando Daniel te quiso llevar a tu casa. Intentó despertarte pero parecía que te habían golpeado la cabeza con una roca así que te trajo a la mía.
Me senté y frunci el ceño en señal de vergüenza mientras me tapaba la cara.
-De verdad lo siento, yo no suelo beber tanto.
-No te preocupes, yo también he tenido esos momentos y a mi me hubiera gustado tener ayuda -su rostro reflejaba algo de remordimiento y tristeza. Cambió el tema velozmente -. Soy Elizabeth, por cierto.
-Olivia -mencioné con una diminuta sonrisa que terminaba haciendo una simple línea en mis labios.
-Te traje tu ropa, el baño está ahí -dijo apuntando la puerta roja qué sé encontraba en la esquina de la habitación -. Cambiate y baja a desayunar con nosotros.
¿Nosotros?
-Oh, gracias. Pero no quiero molestar.
Ella negó con la cabeza.
-Para nada eres molestia, siéntete en casa. Te dejo sola -dijo antes de salir de la habitación. Cerró la puerta y yo tomé mis cosas para dirigirme al baño y darme una ducha. La necesitaba ya qué olía a vómito.
No le pregunté a Elizabeth quien me había vestido porque no lo vi necesario. Lo más seguro era qué ella lo había hecho.
Al terminar de bañarme me cambié y bajé hacia la cocina. No fue difícil de buscar porque estaba justo detrás de las escaleras.
Me acerqué y Elizabeth estaba sirviendo jugo en dos vasos.
Si eran dos vasos, ¿A que se refería con "nosotros"?
Me acerqué y vi dos platos con un sandwich dorado partido en triángulos.
Elizabeth notó mi presencia y me dedicó una sonrisa.
-Oh, ya estas aquí. Siéntate -apuntó hacia una de las sillas acolchonadas y se sentó frente a mí.
Tomé asiento y comencé a comer.
-¿Vives sola? -pregunté mientras comía.
-Depende.
-¿Depende? ¿De qué?
-De a que tipo de acompañante te refieras. ¡Tocino! ¡Papas! Vengan a comer -gritó y rápidamente bajaron dos perritos marrones qué sé acercaron a ella para pararse en sus rodillas y luego ir corriendo a un lado del refrigerador donde se encontraban sus platos, uno verde y otro amarillo.
Oh, a eso se refería con "nosotros".
-Ellos son mis amigos -continuó -. Viven conmigo desde que nacieron.
-Son muy hermosos.
-Si, y son buenos compañeros. Hacen qué no piense mucho en mi soledad.
Sonreí poco y seguí comiendo.
-¿Tu vives sola? -preguntó de pronto.
-Si, vivo sola.
-Entonces deberías darle la oportunidad a un amiguito. Muchos necesitan hogar, y a ti te servirán de compañía -mencionó con entusiasmo.
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MIENTRAS BAILAS
RomanceDespués de la trágica muerte de su familia, Olivia decidió dejar el baile convirtiéndose en una actriz resentida y egoísta que logra ver el mundo de otra manera después de conocer a Daniel: su nuevo compañero de trabajo en el que se emparejara para...