Decisiones.

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Sus manos acariciaban mis brazos lentamente de arriba hacia abajo, su respiración era cada vez más pesada. Se estaba quedando dormido.

Le di un pequeño golpe en la cara para despertarle.

—Daniel —le llamé. Este no se movió en lo absoluto.

Se escuchaba como nos llamaban afuera por lo que opté por golpearle un poco más fuerte.

—¡Daniel! —le grité.

Se despertó de golpe al escucharme y me buscó por todas partes hasta que me vio recostada en su pecho.

—Tenemos que volver.

Daniel hizo una cara de agobio y volvió en si para ponerse de pie.

Antes de que saliera del camper, el me tomó la mano y me acercó hacia el para acariciarme el rostro.

—¿Qué te parecería si... Después de terminar la película nos fugamos a Italia unos meses? Solo tu y yo, sin dramas ni problemas.

Le sonreí. Solo de pensar esa idea, mi corazón daba saltos de alegría.

—Me encantaría, Daniel.

***

Después de semanas, por fin se habían grabado las últimas tomas de la película. Elizabeth se sentía con un peso menos de encima, y yo, más tranquila. En solo unos meses saldría en cines y plataformas. Esta película era uno de los proyectos más grandes que había hecho, el entusiasmo me era inevitable.

Desde la cena, no se había escuchado nada sobre la "gran boda del año" lo cual era relajante para Elizabeth.

Mi respiración era más tranquila, y Daniel se le veía más relajado. Verlo dormir me era satisfactorio solo de recordar que no lo hacía tan seguido desde que inició todo.

Elizabeth y Michelle habían planeado vivir juntas después de hablar con la prensa para desmentir la supuesta relación con Sam.

Daniel y yo teníamos casi listo nuestro plan de viajar a Italia. El me había convencido de volver a agendar citas con mi terapeuta. al igual que él, pensaba que había situaciones que por más amor qué haya, no las podríamos solucionar juntos.

Mi tía Susan estaba a pocos días de divorciarse por completo. Michelle y América jamás se enteraron de la verdadera razón, pero nunca la cuestionaron. América estaba a semanas de dar a luz y todos estábamos nerviosos, en especial Alex. No dejaba de comprar cosas de bebé y de llenarla de pequeños obsequios.

Todo iba perfecto, no había nada que nos afectara. O eso creía.

Estaba en casa de America, festejando su cumpleaños cuando mi teléfono sonó.

—Buenas tardes, ¿hablo con Olivia Reynerson?

—Si.

—Soy Mia Peterson, dueña de la academia de baile más grande de Inglaterra. Tu padre te había inscrito aquí hace poco más de dos años pero nunca ingresaste.

—Es cierto, nunca anulé la inscripción. Pero, ¿Porque llaman hasta ahorita? ¿Es que había reembolso?

Se escuchó una pequeña risa a través del teléfono.

—He visto tu trabajo. Sé el potencial qué tienes Olivia. Tu pasión por el baile va más allá de cualquier simple movimiento. Te llamo para ofrecerte una vacante en mi equipo Élite. Nadie ha entrado sin antes llevar años de entrenamiento en mi academia, pero puedo hacer la excepción.

La voz de aquella mujer sonaba decidida, pero por mi parte, estaba confusa.

Mis padres siempre habían querido qué fuese a esa academia de prestigio para poder seguir mis sueños de ser bailarina profesional. Eso fue hace años. ¿Ahora seguía siendo mi sueño?

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora