Grita

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Si pudiera decir con exactitud qué tan rápido me latía el corazón en ese momento, te diría que jamás me había latido de esa manera tan agitada.

El baile era tan lento qué ni siquiera iba tanto al ritmo de la música. Observaba a Daniel, temerosa. Era realmente pacifico ese momento, pero a la vez aterrador.

Daniel se acercó a mi rostro, dejando rozar nuestras narices. De pronto sentí que solo estábamos los dos en ese lugar. Nuestra respiración chocaba y mi cuerpo sentía tantos nervios qué quería temblar. Tan lento y tan extasiante fue ese momento qué nos dejó anhelados de poder sentir algo más fuerte, algo más intenso.

Tan hermoso y poco duradero. Un sonoro grito en el fondo de la sala proveniente de Martha nos hizo separarnos de golpe.

—¡Por dios! Luna se hizo en la alfombra —soltó entre risas.

Ambos giramos a vernos y comenzamos a reír un poco.

Nos pasamos la tarde hablando con Martha hasta que nos tocó despedirnos. Dejaría a Luna ahí pero Martha dijo que podía venir cuando quisiese para verla y que así, no me olvidara.

Daniel y yo hicimos planes para hacer qué funcionara hasta que las grabaciones terminaran.

En el camino de regreso a casa, Daniel me platicó qué estaba nervioso por el protagonico de la película. Lo que me puso más nerviosa a mí.

Trabajar con Daniel sería complicado para mi corazón.

Quedamos en silencio unos minutos. Las noche comenzaba a caer y estábamos a medio trayecto.

Daniel rompió el silencio.

—¿Por qué no te gusta la música?

Giré a verlo.

—He visto como reaccionas cuando escuchas una canción o cuando bailas —agregó temerosamente.

Agaché la mirada mientras pensaba en que decirle.

—No me respondas si no quieres...

Lo interrumpí con mi respuesta. El me daba confianza para abrirme, necesitaba hacerlo para poder calmar mi océano de agonía.

—Amo... La música —respondí —. Ha sido parte de mi desde que tengo memoria.

Daniel me miraba cuidadosamente, como si me dijera con su mirada "continúa".

—El baile lo ha sido todo para mí, siempre sentía que bailar era algo que quería hacer hasta que.. Muriera.

Respiré hondo.

Sentí un nudo en la garganta qué no me quería dejar hablar del todo.

—Mi familia —continúe —. Era lo uníco qué me motivaba a pensar eso.

Hablaba tan lento para poder pronunciar cada palabra, pero quemaban tanto que no podía evitar sentir que mi corazón se estrujaba.

—Una noche, estábamos en casa de mi tía Susan. tuvimos una pequeña discusión sobre mudarnos de país para poder estar cerca de Rose Camille ya qué sé iba a mudar a España por trabajo, pero yo me negué. No quería dejar mi vida atrás. Tenía novio y una academia de baile qué amaba, no quería abandonar eso. Así que les dije que yo me quedaría. Rose Camille estaba triste por como me había comportado pero dijo que me entendía. Al terminar la discusión ellos se fueron a casa y yo quise quedarme en casa de mi tía Susan para poder pensar las cosas con claridad —mis lágrimas comenzaban a caer lentamente al recordar aquella noche.

—El pequeño Ronnie, Rose Camille y mis padres se fueron justo cuando comenzaba a llover fuertemente. No me despedí de ellos ahí. Al entrar a la habitación a preguntarme porque querían cambiar toda mi vida solo por Rose Camille, recibí una llamada justo de ella quince minutos después. No la atendí porque seguía enojada, así que dejó un mensaje de texto.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora