Confusiones.

31 6 3
                                    

Arturo pasó de largo después de haber visto a Daniel unos segundos. Daniel se acercó hacia mi, últimamente solo lo veía en trajes oscuros, gafas y relojes lujosos. Sentía que no hablaba con él.

Giré y seguí caminando.

-Oli -me llamó pero no giré.

No llevaba ni una semana aquí y la verdad ya me estaba cansando. No podía pelear sola esta batalla, y parecía que la estaba perdiendo.

-¡Oli! -exclamó más fuerte -. Detente, por favor.

Me detuve. Lentamente giré hacia él.

Se acercó.

-Se que estás enfadada por lo de esta mañana. Lo siento, pero...

No lo dejé hablar.

-¿Enfadada? Claro que no. Confundida, eso es lo estoy. ¿Sabes lo humillada qué me sentí? No pudiste ni siquiera pedirle que pare.

-Olivia, por favor. Dejame explicarte.

-¿Explicar qué? ¿Qué así de fácil te vas a rendir? ¿Qué por miedo no quieres mover un solo dedo? ¿Ni siquiera por tu familia? -su enfado parecía aparecer nuevamente. No me iba a retractar por lo que había dicho. El tenía razón, estaba enfadada.

-No es tan simple...

-Claro que lo es. Si quieres algo, luchas por ello, no simplemente te rindes y haces lo que te digan.

-¡Entiende que no puedo hacer nada contigo aquí! -Exclamó molesto llevándose las manos al cabello. Se acercó hacia mi más de lo normal. Me puse nerviosa, como si nunca hubiera tenido esta cercanía así con él. -. No puedo tocarte, verte o siquiera acercarme a ti cuando está él presente. El no sabe lo importante que eres para mí. Si se entera, no te dejará en paz. Es por eso que te pido que te vayas. Te prometí qué volvería, y lo haré, pero debes esperarme.

-¿Como sabes que el no sabe que soy... Importante para ti?

-Le dije que eras solo un pasatiempo.

Sonreí y agaché la mirada.

-¿Pasatiempo? ¿Ese es tu asqueroso plan? -volví la mirada hacia él apretando los labios por rabia.

-Es la única forma, Oli. Hay fotos nuestras por todas partes.

Respiré hondo.

-Tu sabes que yo lucharé si tu lo haces.

-Pero yo no quiero que lo hagas, Oli. Quiero que confíes en mí.

-Me es difícil cuando te veo bailando con una chica alta, pelirroja y con piernas tonificadas -eso había sonado a reclamo, por lo que cerré los ojos.

Daniel sonrió.

-¿Hablas de Julia? -dijo entre risas.

-¿Por que te da risa? -solté con enfado.

-Porque hablas de mi hermosa y radiante prima Julia.

No puede ser. El enfado no me había permitido siquiera qué me explicara.

-¿Y eso que? Existe el incesto -mis ganas de tener la razón siempre llegaban lejos.

Hizo una cara de asco.

-¿Hablas enserio? ¿¡Con Julia!? ¡Dios mio! -comenzó a reír.

La gente que nos había visto alrededor, pensaría qué somos bipolares o dos personas que escaparon de un psiquiátrico.

Las risas se fueron.

-¿Entonces no puedo acercarme a ti? ¿Ni darte la mano? -pregunté en tono desanimado.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora