¿Lo Sabías?

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-¡Vivan los futuros esposos! -gritó Henry Thompson. Uno de mis cantantes favoritos qué sé encontraba arriba de una silla mientras buscaba entre el público hasta que finalmente bajó y se encontró a Sam.

-¡Amigo! Felicidades. Por fin encontraste algo que te mantenga en casa -bromeó dándole palmadas en la espalda. Sam se encontraba desconcertado al igual que nosotros. Cuando giró, notó qué le estaba viendo y sonrió.

-Hay que sacar a Elizabeth de aquí -le ordené a Daniel.

Daniel obedeció y giró su cabeza para buscarla pero esta ya se había ido. Comencé a buscarla por toda la casa, no aparecía. Por alguna razón, podía entenderla perfectamente. Qué crean qué hacen lo correcto para ti cuando solo estropea tu vida y aun así digan que es porque les importas, incluso yo querría esconderme bajo una piedra.

-¿Donde esta Elizabeth? -preguntó Sam acercándose.

-Eso es algo que no te incumbe -dije para después intentar pasar por un lado de él. Su mano se posiciono frente a mi cara dejando ver el botón de Daniel.

-Deberías tener cuidado, no todos los lugares son aptos.

Aquellas palabras sonaban a amenaza. Algo qué rápidamente logró molestarme. Di unos pasos hacia el, me acerqué a su oído y le hablé.

-¿Crees que no se que lo que le sucedió a Michelle fue culpa tuya? ¿Qué crees que piense Elizabeth si se entera? No necesito amenazas de un cobarde. Quítate.

Arrebaté el botón de su mano y salí de ahí. Daniel, que estaba detrás de mí, no había escuchado la conversación, pero preguntó varias veces que era lo que le había dicho. Decidí mantener mi promesa de no decirle a nadie, incluso a él.

Pasaron alrededor de dos horas, Daniel y yo estábamos en casa cuando Michelle me llamó por teléfono. Nos dijo que Elizabeth estaba con ella, no se sentía bien.

Daniel soltó un suspiro de alivio al saber que se encontraba bien, al igual que yo.

El problema con Elizabeth me había hecho olvidar por un momento qué sé acercaba el aniversario de bodas de mis padres, una fecha qué hasta el momento, festejaba sola.

Faltaban tres días para ir a mi antigua casa después de tanto tiempo. Pensar en como estaría de abandonada, me estrujaba el corazón. Decidí no pensar en eso, fui directo al baño a mojarme la cara para despejarme, pero al verme al espejo solo se intensificaron todos los sentimientos qué llevaba guardando desde hace tiempo. Me era imposible no extrañarlos, no desear qué estuvieran aquí y que todo esto solo haya sido un mal sueño.

Antes de que Daniel se diera cuenta, salí del baño lo más normal posible. No necesitaba más problemas en su vida.

***
-¿A que carajos te refieres con cena? -preguntó Elizabeth mientras me maquillaban en el set de grabación -. Mira, entiendo que no he hablado con ustedes desde aquel día en la mansión, pero aún espero que todo esto sea una maldita broma. No iré, olvidalo.

Elizabeth colgó el teléfono y respiró profundo, se acercó hacia mi, con una sonrisa bastante grande como para ser real.

-¿Lista? -preguntó con entusiasmo.

-Si tu lo estas, yo también lo estoy.

-Claro que lo estoy, andando.

Las grabaciones con Sam se volvían más tediosas de lo común, aunque era una persona con la que podría tratar, no me imaginé la llegada de su padre. Era el mismo Sam pero treinta años mayor, y con un carácter peor que el de cualquier persona que haya conocido, sin contar a Rupert.

MIENTRAS BAILAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora