Entre al restaurante, aquel hombre con ese cabello inconfundible estaba de espaldas. Pero estaba segura que se trataba de él.
Llame la atención primero del chico de vestuario color verde. Este se paró y camino hasta donde estaba.
—El restaurante está cerrado— decía tratando de cerrar la puerta.
No le hacía caso, sólo me concentraba en ver a ese hombre en silla de ruedas. El chico de cabello rubio al ver que no cedía, comenzaba a apartarme y con una cara de molestia repitió— ¡Está cerrado!
—Oye, ¡No la toques!— Terra grito.
La escena llamo la atención de Mista y Giorno, pero el otro hombre de espaldas, no giraba.
—No tienes que gritar, Fugo— Giorno se acercó para quitar la mano del otro chico de mi hombro, después me miro— está cerrado el restaurante —amablemente decía— ¿Puedes regresar más tarde?
Susurré sin despegar mi vista de enfrente— Jean Pierre...
Pronto Giorno llevo su mirada a la dirección en que miraba, notando que me interesaba aquel hombre.
—¿Lo conoces?— pregunto.
No dije nada, sólo me disponía a acercarme. El tal Fugo trato de detenerme pero Giorno le hizo la seña de que no lo hiciera.
Cada paso que daba aclaraba más esa imagen que tenía de Polnareff en mi infancia, jugando conmigo y haciéndome reír.
Pero me petrificaba la idea de ver que, terminó en silla de ruedas. Lo peor fue ver su cara.
Al estar cerca de él no dude en ponerme enfrente, este me miraba extrañado. No decía nada, no me reconocía.
—¿Sabes quién es?—Mista preguntó al hombre.
—No— contestó — no la conozco, señorita.
No habían dos hombres como él, sólo él tenía esa mirada, aunque dolida pues tenía una cicatriz en uno de sus ojos.
Ya no había alegría en esa mirada ¿Qué te han hecho? Me pregunte.
—Polnareff— otra vez susurré.
Este frunció el seño con confusión, hasta que me vio de pies a cabeza. Se quedó en silencio hasta que, en esos ojos se vio una luz.
—¡No puede ser!— exclamó alegre— ______.
Ahí estaba esa mirada, esos ánimos. Ese chico especial que iluminó mi niñez.
Sonreí y le abracé. Estaba tan alegre y a la vez tan destrozada.
Había visto muchas cosas, muchas atrocidades y al mismo tiempo me llegaron esperanzas para este momento tan emotivo. Era aquella niña llorona en la cama, los brazos de Polnareff eran aun mejor de lo que recordaba. Ese calor lleno de amor, un dulce para mí.
Tenía muchas cosas que contarle, muchas preguntas por hacer pero nada en el mundo me había hecho tan felíz; después de sostener a su madre en mis brazos, después de ver partir a mi madre, después de despedirme del hombre que amaba... Después de todo eso estaba ahora con Polnareff.
La vida así lo había querido, cada lágrima que había derramado por dolor había valido la pena por ver a Jean.
—¿Cómo es posible?— pregunto Polnareff.
Estaba tan alegré, incluso la más fanfarrona se doblo de corazón; Terra estaba llorando al verme reír y estar feliz después de todo lo que las dos habíamos visto.
ESTÁS LEYENDO
ProsciuttoXReader
Fanfiction¿Quién dice que para vivir se necesita ser feliz? Antes pensaba que la felicidad era lo más importante, pero la vida es un poco más complicada que eso. Él llego a mí, ese hombre rubio siempre bien vestido se a pareció en mi vida. ¿Para sufrir? ¿Par...
