ProsciuttoXReader

~Irreparable~

Había pasado mucho tiempo desde que ame por última vez, no quería ser pasado de moda o de carácter aburrido, simplemente eso ya no se me daba. Cuando conocí a ____ creí que solo era una más de esas chicas del Royal; creían que lo sabían todo, me buscaban por las pintas que llevaba. Niñas creyéndose adultas.

Me desagradaba ir al Royal solo para ver a esas adolescentes y sus insinuaciones, pero todo fue diferente con ella. Nunca creí que un corazón tan sincero y un carácter tan amable pudieran conmigo.

Decía a mí mismo que solo era otra más, que nada había de especial con ella. Yo soy un asesino, he matado a bastantes sin importarme sus sentimientos o quienes eran. Buenos o malos, me daba igual.

Ya hasta había olvidado de donde venía, quién alguna vez fui. Lo fácil que mi vida se arreglaba con una charla de mamá. Hace mucho había dejado de ser Emilio, ese ingenuo y arrogante que cayó a los pies de una mujer.

No me interesaba ella o al menos eso me hacía creer yo mismo. Pero esa empatía, esa alegría y esa belleza soñadora me hacían doblar las manos. Mientras más me resistía y pensaba "mañana mismo la terminare" más me iba a la cama pensando en su sonrisa y la forma en que me miraba.

—¿Qué haces jugando con esa niña? — me preguntó Illuso el mismo día que la lleve.

—No es de tu incumbencia—  respondí.

— Te conozco, no me sorprendería si el inútil de Formaggio trajera a una de sus chicas a casa. Pero ¿tu? Eres más profesional con eso.

En un principio creí que así seria, ella sería otra chica más con la que me acostaría, pero mientras más la conocía menos me interesaba lo físico. Ella no era un cuerpo y ya, era especial. Me hacía querer ser mejor hombre.

—Te lo repito — dije enfadado — No es de tu incumbencia.

Solo éramos un grupo de despreciables, no mentiría, no éramos buenos y no había ni una pizca de bondad entre nosotros. Respetaba a mi equipo porque sabía lo fuerte que éramos, sin embargo, no los podía considerar amigos ni ellos a mí. Solo había respeto como equipo.

Aún recordaba cuando comenzaba, Risotto me motivaba a ser ese hombre que debía darle. Por él seguía con vida, debía convertirme en el asesino que había visto en mi. Pronto llegaron más y más miembros; Illuso, Gelato, Sorbet, Formaggio, Ghiaccio, Melone... Pesci. En ese orden específicamente.

Por este último tenía mucha empatía, no era más que un niñato inmaduro. Incluso hable con Risotto, le dije que un chico así no servía para este mundo. Pero Risotto había visto algo en él, una gran lealtad.

Poco a poco vi un gran potencial en Pesci, en esa voluntad por querer ser como nosotros, en el respeto y en su poder. Risotto no lo tuvo que pedir, yo mismo me ofrecí para hacerme cargo de ese chico.  

Comprendí gracia a él que si no fuéramos más que un grupo de asesinos ¿Por qué me interesaría que todos mejoráramos? ¿Por qué me esforcé tanto en un principio para impresionar a Risotto? ¿Por qué me enamoré después de muchos años? Comprendí que me había encariñado a esta vida.

Cuando mataron a Sorbet y Gelato no me había sentido más indagado. No era el único, todos estábamos así, fue una estupidez, pero entendía porque lo hicieron. Lo hicieron por el equipo, porque sabíamos qué clase de hombres éramos y lo que nos merecíamos. Me sentía con la obligación de hacer algo, pero pensar en venganza cuestionando de qué clase de mundo pertenecíamos no era más que una estupidez. Risotto lo sabía al igual que yo.

Pasamos por una etapa de miedo y sumisión, habíamos sido degradados, tenía que hacer más trabajos especiales para Santino, sabía lo que hacía con Fiorella en la oficina, me indignaba saber que Fiorella se dejaba manipular y usar así por él.