Capítulo 10

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¡Muchísimas gracias por seguir la historia! 

Si no han leído A Salvo, vayan rapidito porque la voy a retirar. ♥

***



—Dibujas muy bien.

—Gracias, pero no buscaba un halago.

Por instinto, Eric ignoró sus palabras y continuó estudiando los rincones del bosque, en el dibujo. Lo más absurdamente impresionante no era que ella lo hubiera hecho, sino que, durante la cena, había guardado esa información.

Decidido a poner las cartas sobre la mesa, dejó las hojas encima, miró a Maggie y dijo—: Bien, usted quería que habláramos. Hablemos.

—Será solo una pequeña discusión con los términos que encuadran lo que va a suceder estas dos semanas, y para ello tengo que llevarte... llevarlo, al lugar de los hongos.

Desconfiado, esperó a que ella explicara por qué aquello era necesario, pero todo lo que obtuvo fue una mirada recriminatoria, quizá porque no la entendía, y un gesto de fastidio. Su anfitriona rodeó la mesa, se plantó delante de él y sacó el dibujo que pretendía explicar.

En sí, el concepto de lo que quería hacer no era del todo rebuscado; sabía que en esa parte del bosque había una especie de hongo que no se daba en cualquier lugar y que, para su suerte, era el motivo por el que Maggie se mantenía tan renuente a venderle así como así.

—Sí, ya lo vi —dijo, exasperado—, señorita...

—No te preocupes —lo cortó ella—, mi intención es que disfrutes estos días. Cuando regreses con tus planos a esa oficina tuya, estarás convencido de comprar bajo un nuevo convenio o decidido a hacer tu parque en otro lado. —Le mostró una sonrisa—. Ahora, vamos, Eric Wolf.

—Sospecho que ese tuteo tendrá un precio muy caro.

—Solo piensas en el dinero, ¿verdad?

—Justo ahora estoy pensando en que fingiste mucho cuando nos conocimos... —Le obsequió una pequeña mirada, pero Maggie no se inmutó ante la queja—. Por favor, no le aceptes más vino a mi asistente.

Maggie se rio. En ese instante bajaron las escaleras después de que ella abriera la puerta trasera, indicándole que debía pasar primero. Para su sorpresa también había un jardín. Más acondicionado, con un árbol frondoso y viejo del que colgaba un columpio. Tenía aspecto de haber albergado a alguien hacía no mucho, lo cual concordaba con el atuendo de Maggie. Al instante, Eric se arrepintió de haber mirado un tanto desdeñoso sus ropas: vivía en una zona campirana y rodeada de naturaleza, así que no era de extrañarse que prefiriera la ropa cómoda y desgarbada antes que cualquier otra cosa más fina.

—Cuénteme por qué su saga de ficción no tiene final —dijo, para romper el silencio mientras avanzaban a través del jardín.

Se internaron en el bosque justo cuando Maggie respondía—: Ese es un tema que no quiero que esté incluido en nuestro convenio. Es demasiado personal. Y no estás aquí porque te interese mi vida personal. —Su perfil quedó oculto por la maraña que era su cabello, y aprovechó para echar un vistazo en derredor.

Maggie se detuvo un instante y echó la cabeza atrás. Delante de ellos había una inclinación ligeramente afectada por rocas y ramas de las raíces más grandes, quizá pertenecientes a los árboles. Si era sincero, le daba tentación todo cuanto veía. Era un bosque húmedo y un tanto siniestro, pero al mismo tiempo se prestaba para liberar la mente de cualquier cosa.

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