Maggie bajó la mirada al darse cuenta de la tensión entre Diane y Eric, que tras saludarla se sentó a un lado de Carol. Mientras ella ponía en marcha las diapositivas y empezaba a maniobrar con el control remoto, sin mirar específicamente a ningún lado.
—Es un poco curioso que el contrato esté limpio, pero no así los inversionistas —le comentó el hijo de Pelle, en un susurro—. El señor Wolfe es más alto de lo que esperaba...
Maggie torció una sonrisa y escaneó la carpeta que tenía frente a ella. Al tiempo que analizaba el membrete de su copia del contrato de compraventa, sintió la recriminación en el gesto de Diane Italo, que la observaba de cuando en cuando con cierto disimulo pero no el suficiente.
—Como ustedes sabrán —comenzó Carol—, los estudios arrojaron la casi perfecta disposición del suelo firme. Arthur dice que será posible colocar una placa de concreto...
—Deberíamos pasar a los puntos que nos interesan —la interrumpió Diane de forma brusca. Carol buscó la mirada de Eric y su madre hizo lo mismo, diciendo—: No queremos que la señorita Camil escuche los pormenores de la construcción y sus costos.
—Si estudió bien el contrato —dijo Eric— se habrá dado cuenta de la cláusula permisiva en la que se indica que, como prestanombres de El Valle, Maggie podrá tener acceso a la información de los materiales, el avance y las franquicias.
Con el gesto constreñido, Diane la miró.
—El precio disminuyó considerablemente. La rentabilidad de sus acciones se doblará lo más seguro, señor y señora Italo —dijo el abogado.
—Estamos hablando de algo sin precedentes en la constructora...
—Basta ya —intervino el señor Italo, mirando al frente—, creí que no querías hacer perder el tiempo a la señorita Camil, y aquí estamos perdiéndolo. —Miró su reloj—. Tengo una cita importante en cuarenta minutos. Continúa, Carol.
—Sí, esto... Arthur considera que lo más viable es construir un nuevo puente, estilo teleférico. También dice que tenemos que contratar a una diseñadora de parques, la que nos ayudó en Wellington con las áreas de recreación.
Hubo un silencio y, tras pensárselo, Maggie miró hacia el presidente de la compañía, cuya mirada yacía en los papeles. Su pluma se movía con destreza y sus dedos pasaban uno tras otro los folios. De un momento a otro elevó los ojos y se mostró decidido, con la amplitud de una sonrisa en la cara.
—De la parte física se encarga mi hijastro. Confiamos en él.
Se levantó y despidió de todos, para luego salir rápidamente de la oficina. Carol esperó de nuevo y todos vieron que Eric se ponía a firmar sus documentos también.
Nerviosa, y un poco más incómoda de lo esperado, Maggie lo copió.
—Si no le importa, señorita Camil —espetó Diane cuando se puso de pie—, me gustaría que habláramos en mi oficina.
Como terminó de firmar, le entregó la copia a su abogado, cuya fascinación por los Italo había descendido considerablemente. Él se puso de pie primero.
—La señorita Camil tiene una comida importante. —Se volvió a ella con acidez y continuó—: La espero en el elevador.
Aunque presionada por salir, le sonrió a Carol y a Eric, y se levantó también. Cuando se atrevió a mirar a la madre de Eric, su expresión no ameritaba ninguna negativa. Su voz interna saltó de gusto al notar que no la intimidaba la mujer ni mucho menos la máscara de exigencia en ella.
—Señora Italo, espero que pueda disculparme —dijo—. Ahora mismo me estoy recuperando de mi vida sedentaria y los deberes se agolpan. —La otra enarcó una ceja y la atmósfera pareció disminuir su temperatura—. Estoy segura de que esta relación contractual será amistosa, por supuesto.
—No se preocupe, entiendo su desesperación por marcharse...
—Madre...
—Le puedo decir aquí, para resumir si así lo quiere —espetó—. Las concesiones que ha hecho mi hijo en su beneficio no evitan que esté comprometido con otras causas, mucho más...
—¿Concesiones? —la atajó, sin poder evitar sonrojarse.
Le dio un poco de pena por Eric, ya que, según lo que lo conocía, aquello sería vergonzoso para él, así que optó por la estoicidad.
—Mags, discúlpala, no ha tenido buen día —dijo el susodicho.
Maggie se encogió de hombros y siguió a Carol a la salida, dejando a Eric a solas con la mujer que en apariencia era una roca.
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Bruja
Romance«Bruja» llaman los habitantes de Duns a Maggie por vivir sola, encerrada y aferrada al recuerdo de su padre. Eric Wolf hace honor a su apellido y ha crecido en ITALO -corporación de construcción y bienes raíces- con sangre y sudor, con un plan de v...