Fin, escribió Maggie justo a tiempo para hacer a un lado la cabeza. Eric depositó una taza de té sobre el buró derecho de la cama y se inclinó para dejar un beso en su cuello. Tenía la laptop en el regazo, pero al verlo entrar en la cama, sintió la necesidad de cerrarla inmediatamente.
No quería saber nada del final de la saga al menos hasta reunir el valor suficiente de ponerse a borrar párrafos innecesarios.
—Ojalá me hubieras avisado que llegarías antes, habría ido por ti —dijo Eric.
Estaba vestido con bóxer y una camiseta, pero a diferencia de ella, no se traía nada de trabajo en la casa. Hasta Carol había bromeado con él desde la mañana, tras su llegada a al valle.
—La inauguración es en dos semanas —dijo y se levantó de la cama—. No puedes permitirte dejar el trabajo.
—Sí que puedo.
Maggie sonrió y se dispuso a colocarse ropa más cómoda. Llevaba encima la blusa de tirants que se pusiera desde su arribo a Sacramento, y las bragas. Por otro lado, estaba cansada y habían pasado la tarde entera metidos en la cama, hasta que la golpeó la señora inspiración.
Eric no había respingando por supuesto y, todavía agitado por la empresa de haberla tocado hasta saber en qué puntos oscuros tenía lunares, se marchó a la cocina.
Al volver a adentrarse entre las sábanas, él le puso una mano en el pelo. Se quedó mirando el techo nada más recostar la cabeza en la almohada, pensando que el viaje había sido ilustrativo y a la vez pesado, pero el recibimiento de Eric había valido cada segundo de él.
Lo miró.
—Me alegra que hayas vuelto —musitó.
Su mentón era visible desde ahí. Tenía la barba insípida y al sonreír se le formaron arrugas en las comisuras de la boca y los ojos.
Maggie se irguió y sentó a horcajadas en él, poniendo las manos en sus hombros e inclinándose para besarlo. Sus palmas se apoyaron en sus piernas y apretaron su piel ligeramente, al tiempo que deslizaba los pulgares con suavidad por los muslos.
—Por cierto —se apartó y lo miró a los ojos—. Me encantó el artículo que escribió tu papá.
—Ah, sí, lo llevé a ver los hongos. Dijo que había estado allí una vez, así que recuerda algunas cosas que le dijo tu padre sobre ellos.
—Sí, lo noté. Espero poder darle las gracias.
Con la cabeza echada atrás, Eric puso las manos en su cintura y tiró un poco para que se acomodase mejor...
—Un poco de brujería si ha sido... todo esto —espetó.
Maggie arrugó las cejas.
—Qué alegría saber que no te importa.
Prudence emitió un maullido desde los pies de la cama, ya que no podía saltar más para subirse, así que ambos se sonrieron. Maggie procedió a cargarla, pero ella, quizá acostumbrada al cuidado de Eric aquellos meses, se echó en el regazo de él.
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Bruja
Romance«Bruja» llaman los habitantes de Duns a Maggie por vivir sola, encerrada y aferrada al recuerdo de su padre. Eric Wolf hace honor a su apellido y ha crecido en ITALO -corporación de construcción y bienes raíces- con sangre y sudor, con un plan de v...