Reencarnado en un Kitsune.

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Voy camino a casa después de volver de un horrible día de trabajo, digo casa, pero para mí es como una prisión.

Mi nombre es Marck, tengo 17 años, cabello bicolor marrón y negro, y lo odio, abusan de mí por esta horrible combinación, pero no puedo hacer nada.

Cada día es lo mismo, al volver a casa soy recibido con una golpisa de parte de los dueños, son mis padres, y ellos no me quieren, siempre es lo mismo, me dicen que soy una basura que debió quedarse en la calle a morir.

Tanto era mi enojo que intenté defenderme, pero ellos eran dos y si ataco me echan de la casa, solo podía aguantar mientras mi ira sólo crecía.

Lo único que podía hacerme aguantar todos esos días de infierno eran los videojuegos y los animes, siendo mis favoritos Pokémon y sus juegos, y también Naruto, mi pokémon favorito es Zoroarck y mi personaje favorito de Naruto es Sasuke

Siempre me gustaron, y no sé por qué, pero siento que me dá motivos para vivir y que el mundo no es un lugar tan malo.

Aunque mi paz no duró mucho ya que tengo turno nocturno en el trabajo.

Soy cocinero en un restaurante cinco estrellas, gracias a eso y a mi beca he podido pagar mis estudios.

Pero la vida te golpea más de lo que te ayuda a levantarte.

Me despidieron por no poder cocinar todo a tiempo, y al volver a casa mis padres llegaron borrachos y tuve que esconderme en el cuarto para evitar que intenten algo contra mi vida, la última vez casi me matan.

Y es esta mi vida, y la odio con todas mis fuerzas, ojalá no fueran mis padres, ojalá tuviera alguna familia que sí me amara, pero pido imposibles, eso no pasará.

Al día siguiente fui a la preparatoria, como no pude dormir casi me duermo en clases, y el profesor me llamó la atención.

Tuvimos examen sorpresa y no pude estudiar, reprobé el examen, salí del salón, y justo me esperaban una pandilla de 5 estudiantes de la preparatoria, seguro quieren mi dinero.... Bien... Desataré mi furia sobre ellos.

Chico 1: Oye, danos tu dinero.

Chico 2: O te mueres.

Marck: Ohh, tal vez quieran obligarme.

Chico 3: ¡Pues lo pediste!

Él intentó golpearme, esquivé el golpe moviéndome a un lado a gran velocidad, el idiota no frenó a tiempo y me e dispuesto a ayudarlo poniendo mi codo frente a su cara, el impulso de su carrera hizo que cayera inconsciente al suelo después de golear mi codo con el rostro.

No soy ese típico chico al que todo le va mal por ser débil, aprendí Kung-fu a los 10 por asistir a un dojo a escondidas de mis padres y también me vi Kung-fu Panda 37 veces para descifrar que técnicas puedo usar y cuáles no me sirven, sonará estúpido pero gracias a eso no conozco a nadie más fuerte que yo.

Si un niño tiene un promedio de 2 a 3 en fuerza, un adolescente tendría unos 5 o 6, y yo tendría un total de 10 por encima del promedio, eso sumando a que nací con una extraña enfermedad que inutiliza mis limitadores mentales, los cuales se encargan de modular la fuerza que tus músculos y huesos soportan, haciendo que use toda mi verdadera fuerza y mi total es de muy por encima del humano promedio, podría acabar con todos fácilmente.

Marck: Siguiente.

Enfurecidos todos atacan por los flancos dejándome sin salida aparente, pero eso no lograría detenerme, de una barrida de pierna los tumbé a todos al suelo y los pateé en el estómago hasta dejarlos sin aire, luego me arrodillé a su altura y dije.

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