15. El síndrome de la novia del superhéroe

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De lunes a jueves, Mary Bromfield dormía en una de las residencias que había junto al campus universitario de Penn, para poder asistir a sus clases con mayor facilidad. Pero todos los viernes por la tarde regresaba a la casa de los Vázquez, con sus padres y hermanos, a pasar el fin de semana. Su corazón nunca habría podido ser feliz en California, y el campus de Penn estaba a poco más de una hora de su hogar (yendo en coche; si se desplazaba volando por alguna... "emergencia superheroica", le tomaba menos de diez minutos).

No hace falta decir que sus padres y hermanos la esperaban impacientes durante la semana, y que su presencia era una de las cosas que mejoraban los fines de semana de la familia.

Aunque todos los hermanos de la casa la adoraban, cada uno a su manera, con Billy había forjado una relación muy especial. Él la consideraba, a todos los efectos, su hermana mayor; y solían hacerse muchas confidencias. Aunque Freddy siempre sería su mejor amigo y compañero de aventuras, con Mary podía hablar de otra manera. Era comprensiva, perspicaz y mucho más madura que Freddy (aunque este no ponía el listón muy alto en ese sentido), por lo que siempre ofrecía un punto de vista diferente a sus conversaciones, ya fueran sobre su vida como superhéroe o como simple adolescente.

De modo que se quedó muy sorprendido cuando, aquel sábado por la tarde, Mary se plantó frente a él con los brazos en jarras y cara muy seria:

—Billy Batson, estoy muy molesta contigo.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué he hecho? —Asombrado, Billy levantó la vista del libro que estaba leyendo (la última entrega de una saga de fantasía épica muy de moda), y se preguntó por la razón de que su hermana le hablase así. Por Freddy, probablemente. Seguro que, sin que él lo supiera, le había metido en algún lío.

Ella sonrió, demostrando que su supuesto enojo era más broma que otra cosa:

—¿Cómo es que hay una chica en tu vida desde hace un mes y yo me haya tenido que enterar por otra persona?

—¿Una chica en...? ¡Ah, eso! —Se sintió en parte aliviado porque Mary no estuviera hablando de nada serio y en parte molesto por haberse asustado por una tontería—. No hagas caso, son paranoias de Freddy.

—Dirás paranoias de Darla. Si me lo hubiera dicho Freddy no me lo habría tomado muy en serio...

—Sabéis que estoy aquí y que puedo oíros, ¿verdad? —Se oyó la voz del aludido desde el comedor, donde se encontraba leyendo la última adquisición de su colección de cómics. Mary le ignoró.

—...Pero Darla... me contó con pelos y señales lo de la cena de anteayer. ¡Y esa es otra! ¿Por qué no invitasteis a esas chicas ayer? Así yo habría estado aquí y habría podido conocerlas.

—No sé, dijeron que vendrían los jueves a hacer el trabajo. —"Aunque después de lo ocurrido entre Freddy y Georgia, que regresen está por ver", se dijo.

—Como sea, me muero por conocerla. Esa chica, Belle... desde que llegó al Fawcett con su hermana, Darla no ha hecho más que hablar de ella durante los últimos fines de semana que he estado aquí. La tiene impresionadísima.

—Ya sabes cómo es Darla. Se impresiona por todo y por todos.

—Sí, pero lo que no sabía, y se te olvidó comentarme, es que también te tiene impresionado a ti.

Él apretó los labios y desvió la vista, incómodo. Por mucha confianza que tuviese con Mary, había ciertos temas, por desacostumbrados, que le costaba trabajo verbalizar. No solo con ella, sino con cualquiera.

—Darla exagera. Es simpática y me llevo muy bien con ella, pero es solo una compañera de clase.

—Ya. —Mary sonrió con cierto escepticismo—. Y también es guapa, ¿no?

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora