14. Don Quijote con muleta

232 18 11
                                    

-Georgia-

Después del desastre de la noche anterior en casa de los Vázquez, no me apetecía en absoluto ir a la escuela aquella mañana. Podría haberme fingido enferma, tenía varias formas de hacerlo que habían engañado muchas veces al personal de internado y seguramente engañarían también a mamá, pero no a papá.

Él querría saber por qué no quería ir a clase. Y podría mentirle, pero a él me costaba engañarle más que a los demás, siempre me acababa pillando. Habría terminado confesando lo ocurrido en casa de los Vázquez; y eso era más de lo que mi orgullo estaba dispuesto a soportar.

De modo que fui a clase, como todos los días.

Eso no quería decir que quisiera hablar con nadie del vergonzoso suceso de la noche anterior, por lo que hice de todo para evitarlo: me levanté antes que nadie (tampoco había dormido demasiado aquella noche) y estuve lista antes de que Belle terminase su desayuno. Durante nuestro trayecto en coche, me coloqué de nuevo los auriculares para bloquear cualquier posible intento de conversación por parte de mi hermana. Y, al haber salido tan temprano, las dos llegamos al aula mucho antes que Billy y Freddy, por lo que no llegamos a coincidir con ellos a la entrada de la escuela ni en los pasillos.

Cuando llegaron, no tuvieron tiempo para decirme nada porque ya sonaba la campana de inicio de clases, pero ambos me observaron con preocupación, sobre todo Freddy. Yo no podía sentirme más incómoda y molesta. Siempre había detestado que me vieran llorar, y aquella noche lo había hecho delante de ellos. Mi orgullo nunca se recuperaría de aquel golpe.

A medida que transcurría la mañana, podía notar la mirada de Freddy clavada en mi espalda. Estaba segura de que se moría por hablar de lo ocurrido (por lo que había visto, a aquella familia le gustaba hablarlo todo); pero no se atrevía a abordarme durante los descansos, delante del resto de compañeros de clase, sobre todo porque yo me parapetaba detrás de los apuntes en mi mesa, aislándome del resto del mundo. Yo quería justo lo contrario que él, enterrar lo que había pasado y olvidarlo todo, por lo que no pensaba ponerle las cosas fáciles.

De modo que, para cuando sonó la campana que daba inicio a la hora de la comida, yo ya lo tenía todo recogido desde unos minutos antes y salí disparada del aula. Puedo ser bastante rápida; y lo bueno de tener una ventaja física sobre tu perseguidor era que, con un esfuerzo mínimo, podría dejarle atrás con relativa facilidad.

Pero no a mi hermana. Ella, sin detenerse siquiera a recoger sus cosas de clase, corrió tras de mí hasta alcanzarme.

¿Qué estás haciendo?

Puse cara de inocente.

¿Yo? Nada, tengo hambre y me voy a comer.

No me vengas con esas, Georgia. Ella me conocía demasiado bien para adivinar cuándo intentaba evadirme. Freddy quiere disculparse por lo de ayer, pero ni siquiera le estás dando la oportunidad.

Lo último que me apetecía era hablar con él. Ni para disculpas ni para nada.

No necesito que se disculpe. En realidad, ni siquiera estoy enfadada con él mentí, aunque solo a medias. Fui yo la que sobrerreaccionó ayer delante de esos chicos, y ahora me siento muy avergonzada. Estaría incómoda comiendo con ellos hoy. Lo entiendes, ¿verdad?

Ella se me quedó mirando con desconfianza unos segundos, pero al final su lado comprensivo se impuso.

Supongo que sí. De acuerdo, buscaremos otra mesa para el almuerzo...

Love and war (Shazam!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora